El mar está en el foco de atención. No solo porque una nueva expedición científica explora las profundidades tras el furor del primer streaming submarino del Schmidt Ocean Institute y Conicet: también por la iniciativa en curso que apunta a generar energía a partir del oleaje. La desarrolla la Universidad Tecnológica Nacional (UTN, Regional Buenos Aires) y tiene el sustento del gobierno bonaerense, que rescató el proyecto tras el abandono de Nación.
“La tecnología undimotriz se usa para sacar energía eléctrica del oleaje. No es lo mismo que la marea motriz, cuya fuerza proviene del movimiento de las mareas. A diferencia de otras renovables –como la eólica y la solar- la disponibilidad de la undimotriz es cualitativamente distinta, porque cuando el mar está calmo también tiene olas y no se requiere almacenamiento”, destacó Gastón Ghioni, Subsecretario de Energía de la Provincia de Buenos Aires.
“La energía de las olas se genera por la fricción del viento sobre la superficie del mar. Las ondas las aprovechamos con una boya que, al flotar, se desplaza de manera vertical cada vez que una onda la atraviesa. Con un brazo de palanca movemos un sistema que hace girar un generador eléctrico. La energía undimotriz se convierte para generar energía eléctrica”, explicó el ingeniero Alejandro Haim, coordinador del proyecto por la UTN BA.
El primer desarrollo a escala real será instalado en la Escollera Norte del Puerto de Mar del Plata. Se espera que esté en funcionamiento en 2026. “Es una primera boya, después hay que expandirlo. La Argentina tiene un potencial enorme en toda la costa marítima. En lugares como Mar del Plata y Necochea tenemos además nodos para conectar al sistema eléctrico. El mar tiene un potencial que todavía no se desarrolló. Es un sector al que hay que prestar atención y el mundo lo está mirando”, remarcó Ghioni.
Para 20 mil personas
La UTN lleva casi 15 años trabajando en tecnología undimotriz y bajo el gobierno anterior recibía fondos nacionales para avanzar en la materia. Con la política de desfinanciamiento del sector científico de Javier Milei, ese sustento se cortó. “Habíamos acompañado el primer prototipo y ahora hicimos un convenio para un aporte más grande para que se pueda poner en práctica este operativo. Fue un salvataje frente al Gobierno nacional, que no solo niega el cambio climático y la necesidad de transición energética, sino también lo que dice el mundo científico-tecnológico”, apuntó Ghioni.
El convenio fue firmado entre el Ministerio de Infraestructura de la Provincia, a través de la Subsecretaría de Energía, autoridades de UTN y el Foro Regional de Energía de Buenos Aires. El financiamiento se da mediante el Fondo de Innovación Tecnológico de la Provincia (FITBA) y el Programa Provincial de Incentivos a la Generación de Energía Distribuida.
El sistema se experimentó en los últimos años en una escala menor y la prueba en tamaño real es el último paso de la etapa de investigación. “La idea final es hacer un primer parque con 200 boyas lejos de la costa. Ocupan alrededor de tres hectáreas y podrían generar una potencia de seis megavatios, que equivale al consumo de 20 mil personas”, graficó Haim.
“A partir de este financiamiento los plazos que fijamos son de aproximadamente un año para terminar toda la ingeniería y otro año de prueba en la escollera. Si todo va bien, se puede pensar en una etapa comercial en cinco años o menos. Depende de la inversión que se consiga y del acompañamiento de las políticas de fomento de energías renovables”.
Una energía superadora
Con la fuerza de las olas tan a la vista, ¿por qué no se apostó antes a este tipo de energía? Haim lo explicó así: “Los primeros autos eléctricos estuvieron en el siglo XIX. Las baterías pesaban casi lo mismo que el auto. Cuando apareció el petróleo, que se conseguía tan fácil y daba tanta autonomía, el auto eléctrico fue desplazado. Ahora se está dando vuelta la cosa. Con la energía renovable pasa algo parecido. Empezó a ser competitiva hace 20 años nada más. La eólica lleva muchos años de desarrollo y la fotovoltaica tuvo mucha inversión en investigación por las industrias bélica y espacial. En la del mar no hubo interés. Se empezó a ver como fuente de energía hace 5-10 años en Europa, cuando comenzó a escasear el espacio, porque las energías eólica y solar ocupan mucha superficie”. Recién en la última década se apuntó a la fuerza del mar: “Cuando madure esta tecnología va a ser muy competitiva. Incluso superadora de la energía en tierra”.
Matriz y transición energética
“Estamos convencidos de que la transición no es solo energética, sino industrial y productiva. Hay una discusión geopolítica. Cuando Estados Unidos tira abajo todo lo que venía haciendo no es solo terraplanismo. Están perdiendo esa guerra con China. Para todos los países hay una oportunidad en la transición”, afirmó Gastón Ghioni, subsecretario de Energía de la Provincia.
“Hasta ahora, la matriz de energía renovable de Argentina está básicamente en el norte con la energía solar y en el sur con la eólica –dijo Guillermo Oliveto, decano de la UTN BA, a la Agencia de la UNQ–. La idea es que esto se convierta en un centro de investigación de la energía relacionada al mar y que se puedan establecer falsas escolleras con generadores de energía undimotriz para abastecer a todo el centro del país y aprovechar el litoral marítimo”.
Boyas
Cada boya del dispositivo mide tres metros de diámetro y pesa diez toneladas. Un dispositivo puede generar 30 kilovatios por hora. Un parque de 200 boyas puede tener una potencia instalada para brindar energía eléctrica a 5000 hogares.