October 27, 2025
Politica

¿Triunfo mileísta o derrota peronista? 5 razones para entender los resultados

  • October 27, 2025
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En el mundo del fútbol suele usarse la frase “no lo ganaron ellos, lo perdimos nosotros” para referirse a partidos donde las condiciones eran favorables para la victoria,

¿Triunfo mileísta o derrota peronista? 5 razones para entender los resultados


En el mundo del fútbol suele usarse la frase “no lo ganaron ellos, lo perdimos nosotros” para referirse a partidos donde las condiciones eran favorables para la victoria, pero un conjunto de negligencias, imprudencias y/o impericias llevaron al fracaso. La sensación posterior es de total desolación y bronca, un gran “¿cómo es posible?”. Lo primero que suele surgir es el insulto a los jugadores, al cuerpo técnico y a la dirigencia; incluso, muchas veces, a la misma hinchada por no haber alentado lo suficiente.

Algo de esta sensación parece rondar el resultado electoral del domingo, donde La Libertad Avanza se impuso de manera categórica ante un peronismo boquiabierto. Un verdadero batacazo electoral que le dará holgura en el Congreso para avanzar en las reformas solicitadas por el nuevo gran aportante de la campaña: el gobierno norteamericano.

Triunfó a pesar de haber bajado un candidato por vínculos con el narcotráfico; triunfó con una candidata acusada de transportar cocaína a Estados Unidos; triunfó con el 3 % de Karina, con la represión a jubilados, con la negación a implementar la ley de emergencia en discapacidad, con el desfinanciamiento del Garrahan. Y si tenía todo en contra, ¿por qué triunfó?

La potencia nacional de Milei

En lo que va del año hubo elecciones locales en siete provincias y en CABA. Exceptuando las elecciones porteñas (donde LLA triunfó por una corta distancia) y Chaco (donde el gobernador Leandro Zdero hizo jugar su aparato), en todas las elecciones los libertarios fueron derrotados, quedando en muchos casos ampliamente marginados. Al igual que en 2023, esos resultados locales no desembocaron en una debacle electoral nacional, sino todo lo contrario.

Muy lejos de la postal de Lomas de Zamora, donde el presidente tuvo que huir de una caravana junto a José Luis Espert, el mandatario visitó las ciudades de Córdoba y Santa Fe a plaza llena. Milei es, sin dudas, un fenómeno nacional, quizá el único de su fuerza. Su recorrida junto a los candidatos legislativos potenció figuras casi desconocidas como Gonzalo Roca en Córdoba o Miguel Rodríguez en Tierra del Fuego (provincia castigada por el plan desindustrializador de Milei, cabe destacar).

Milei es el nuevo líder de un antiperonismo que en septiembre estuvo dormido. Un bloque electoral claro, con identidad, con enemigos definidos y con una figura que, gustándole más o menos, termina apelando a esta porción del electorado y lo hace con éxito cuando de elecciones nacionales se trata. Están presentes tanto en las grandes capitales como en las escuelas del interior con menos de cien votantes.

Para este electorado no hay Movistar Arena que lo asuste, ni escándalo de corrupción que lo retraiga, con tal de evitar que el peronismo vuelva a gobernar. Un 30 % intenso que puede expandirse al 40 % de ser necesario, así como sucedió en la primera vuelta de 2019 o en las legislativas de 2021.

Un peronismo sin brújula nacional

El peronismo es el espejo de La Libertad Avanza: potencia territorial sin proyección nacional. Parte de esa ausencia de proyección se debe a una interna que se vuelve tan intensa como absurda. ¿Fue un error el desdoblamiento en la provincia de Buenos Aires? Es contrafáctico. El axelismo podrá decir que cuidó el aparato provincial en pos de prepararse para 2027, y el cristinismo podrá argumentar que eso desmotivó la campaña desde las intendencias.

Todo laberinto se supera por arriba, y en política “por arriba” es la proyección nacional, que el peronismo parece no tener. Su camino al 2027 ahora se torna mucho más sinuoso, y así como Axel Kicillof se había puesto el traje de candidato presidencial en septiembre, ahora esa condición será fuertemente cuestionada.

El peronismo carece actualmente de un Milei propio que pueda recorrer el país impulsando figuras y estructuras con miras a un 2027 victorioso. También carece de ideas que convenzan. El freno a Milei, que en septiembre pareció infalible, en octubre se quedó corto. El antimileísmo no tiene el mismo impacto en el conurbano que en la Pampa Húmeda, ni en el NEA que en el NOA. El peronismo adolece de federalismo, que lejos de ser la unión de ranchos dispares, debería ser la unidad de sentidos e ideas nacionales que contemplen las necesidades (y urgencias) de todas las provincias.

Peronismo unido no alcanza contra milei

El peronismo durmió en los laureles del 7 de septiembre, y su interna y necesidad de replanteo son profundas. Mientras prevalezcan intendentes que no ven como prioridad los triunfos nacionales, o dirigentes que arman listas de espaldas a los poderes territoriales, no habrá cohesión. Hoy cuenta con un 30 % del electorado dispuesto a votarlo incluso si considera que el candidato no es el más apto. Tendrá que hacer más que eso si pretende llegar competitivo a 2027.

El ausentismo, fase superior del desinterés político

Casi doce millones de argentinos no fueron a votar: casi un tercio del electorado. En este segmento se encuentran los sectores más castigados y postergados de la población. Las encuestas no llegan a la ribera del arroyo Morales, en el fondo del kilómetro 32 de la Ruta 3. Tampoco a los barrios humildes del norte grande ni a los lejanos poblados de la Patagonia. Allí se concentra un segmento que en otras elecciones fue pragmático en su voto y hoy es francamente desinteresado. No es (solo) descontento: es desinterés político.

Son los sectores precarizados, marginados, cuya vida, al menos en la última década, solo se fue pauperizando más. Descreen de la democracia o, lisa y llanamente, no les interesa. Son el repositor del supermercado chino, el soldado del narcomenudeo, la chica que limpia casas o vende mercadería por redes sociales y aplicaciones. Están por fuera de la disputa intensa entre los bloques peronistas y antiperonistas, o mileístas y antimileístas. La política tradicional les habla, pero no los escucha, mucho menos los interpreta. Son el bloque silencioso, al que quizá no haya que enamorar, sino volver a representar.

Desde 1983, en las doce elecciones legislativas de medio término, el ausentismo se ha convertido en un problema persistente y creciente, reflejando una tendencia preocupante para la vigencia democrática y la representatividad política en el país. El ausentismo electoral no es solo un dato alarmante: es también una oportunidad para buscar una porción del electorado a la cual representar. “Dos de cada tres argentinos no apoya al kirchnerismo”, dijo Milei. “Seis de cada diez argentinos no apoyan este modelo”, respondió Kicillof. Ambos se atribuyen el apoyo de un electorado que, francamente, no se ha manifestado.

Saluden a la amplia avenida del medio que se va

Si uno observa la conformación actual del Congreso, se percibe una paridad entre la cantidad de legisladores libertarios y peronistas, y una reducción considerable del resto de las bancas. Ese resto, que a duras penas llega a un tercio, es un conglomerado de fuerzas provinciales, la izquierda, vestigios de la UCR y otras expresiones menores. Quien más apeló a devorar ese tercio fue el armado Provincias Unidas, que fue arrasado por la dinámica de una elección polarizada.

Al gobernador radical de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, le salió mal su estrategia electoral: no logró romper la polarización política y sufrió su primer golpe desde que gobierna la provincia. Apostó fuertemente a su vicegobernadora como cabeza de lista, pero quedó muy rezagado, a 22 puntos de La Libertad Avanza (LLA) y a diez de Fuerza Patria.

Por otro lado, el margen que Milei y Roca lograron sobre Juan Schiaretti fue holgado: 14 puntos a nivel general. En Córdoba Capital ese margen se amplió a casi 19 puntos. Provincias Unidas apenas alcanzó el 25 % de los votos en el principal departamento de la provincia. Anoche ya se escuchaban pases de factura hacia el intendente Daniel Passerini por ese resultado adverso.

La apuesta a la “ancha avenida del medio” volvió a fracasar. Por el contrario, se fortalece la polarización, el desinterés o la fragmentación del voto. Qué harán estos gobernadores con los legisladores que lograron retener es una incógnita que se revelará en el preciso momento en que el gobierno comience a negociar sus reformas laborales, previsionales e impositivas. Todo indica que esta derrota los llevará a negociar a la baja, configurando un escenario similar al de la Ley Bases.

El factor Trump y el miedo a la debacle

Frente a la disyuntiva entre un país subsidiado por el trumpismo o la debacle del gobierno, el piso del 40 % con que cuenta el oficialismo salió en su rescate. Se instaló, desde la derecha y desde parte del propio peronismo, la idea de que el lunes el país se iría al tacho tras un fracaso electoral estrepitoso del gobierno. Pero parece ser que, lejos de los deseos dosmiluneros, el estallido no es un deseo popular, sino un morbo de nicho politizado, avivado al fuego de los memes de helicópteros.

En la misma sintonía de la ausencia de proyecto nacional por parte del peronismo, más allá del freno a Milei no se articuló ninguna alternativa: ni hablar de los BRICS, ni de la posibilidad de la autodeterminación económica, ni de abrazarse a Lula como contracara trumpista. Nada. Ante la opción de dólar o abismo, una gran parte del electorado eligió dólar. Estabilidad. Inflación baja. El rescate de Trump que no se puede negar y fue trascendental.

Para ejemplificar, siempre sirven Los Simpson. En un viejo capítulo, Bart Simpson, personificación del niño travieso y rebelde, se lanza a conducir el centro de estudiantes de su escuela. Su adversario es Martin, prototipo del joven aplicado e inteligente. Mientras Martin pegaba carteles que decían “un voto por Bart es un voto por la anarquía”, Bart hacía lo mismo con la misma frase apelando al amor al caos que vive en todo niño. Todo indicaba que Martin perdería las elecciones; el clima en la escuela sugería eso. Finalmente, Martin gana por dos votos: el suyo y el de su compañero de fórmula. El resto, desinteresadamente, no votó, ni siquiera Bart. No fue un triunfo arrasador, solo ganó el voto conservador.



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