La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) emitió un comunicado para alertar sobre un “aumento de casos de coqueluche (tos convulsa) en la población pediátrica”. El mensaje señala que en Argentina “ya se había registrado un aumento del número de casos confirmados de coqueluche a fines de 2024. Sin embargo, los casos reportados hasta la fecha en 2025 triplican a los del año anterior”. En este marco, se produjeron cuatro fallecimientos por coqueluche en menores de cinco años.
Así lo confirma el Boletín Epidemiológico Nacional: “entre las semanas epidemiológicas 1 y 41 de 2025 se notificaron 4 fallecimientos en casos confirmados con detección de Bordetella pertussis: 2 en menores de 6 meses, 1 en el grupo de 6 a 11 meses y otro en el grupo de 12 a 23 meses”.
“Este escenario demanda una respuesta inmediata para reforzar la sospecha clínica, la confirmación diagnóstica oportuna y mejorar las coberturas de vacunación para controlar esta situación”, advirtió la SAP.
Altamente contagiosa
Coqueluche es una enfermedad respiratoria causada por Bordetella pertussis, caracterizada por una tos intensa y persistente, que puede durar varias semanas. Es altamente contagiosa, tiene distribución universal y afecta a todos los grupos de edad. Sin embargo, es especialmente grave en niñas y niños pequeños, lactantes y personas con enfermedades crónicas, porque puede ocasionar complicaciones graves como neumonía, convulsiones o incluso la muerte.
En junio la Organización Panamericana de la Salud (OPS) alertó sobre el resurgimiento de casos de coqueluche en la región e instó a los Estados miembros a reforzar sus sistemas de vigilancia epidemiológica y a mantener un monitoreo continuo, y detallado de coberturas de vacunación.
A principios de año la médica Vanesa Castellano, pediatra del Hospital de Niños ‘Ricardo Gutiérrez’ y Directora Médica del Departamento Científico de la Fundación Vacunar, decía: “Quienes contraen la bacteria de la tos convulsa, además de las consecuencias para su salud, contribuyen a la propagación del patógeno al contagiar a otras personas de su entorno familiar, escolar o laboral, poniendo en riesgo a su comunidad. Aunque los individuos vacunados están más protegidos, en algunos casos los niños que se contagian pueden ser demasiado pequeños para recibir la vacuna, no haber completado el esquema de vacunación (incluidos los refuerzos) o, en el peor de los casos, que sus cuidadores hayan decidido no vacunarlos. Esta enfermedad puede tener consecuencias muy graves en los más pequeños”.
En Argentina si bien el aumento se registraba desde el año pasado, se agudizó este año. En lo que va de 2025 se registraron en el país 3441 casos sospechosos, de los cuales 333 fueron confirmados. De estos, 288 tuvieron confirmación por laboratorio. En Tierra del Fuego se registra la mayor incidencia acumulada de casos, seguido por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en tercer lugar la Provincia de Buenos Aires.
La mayoría de los casos se concentran en los menores de 5 años, sobre todo bebés menores de 6 meses. En los lactantes el curso de la enfermedad puede presentar apnea y cianosis. Los casos son más graves en menores de 6 meses de vida, especialmente en lactantes prematuros, niños no vacunados y en hijos de madres que no hayan recibido vacuna durante el embarazo.
Vacunar para prevenir
La SAP enfatizó que “la vacunación es la herramienta más eficaz para prevenir las formas graves y las muertes por coqueluche”. Se apunta a alcanzar y sostener coberturas del 95% en todos los grupos objetivo, pero la meta está lejos. En el año 2024 las coberturas para quintuple/ sextuple del primer refuerzo 15-18 meses fue de solo el 68 %.
Según el Calendario Nacional de Vacunación, la vacuna está indicada a los 2, 4 y 6 meses: vacuna quíntuple o pentavalente (esquema primario). A los 15-18 meses: vacuna quíntuple o pentavalente (primer refuerzo). A los 5 años (cohorte 2020): vacuna triple bacteriana celular (segundo refuerzo). A los 11 años (cohorte 2014): triple bacteriana acelular (tercer refuerzo).
Para embarazadas: una dosis de triple bacteriana acelular en cada embarazo a partir de la semana 20 de gestación, independientemente del antecedente de vacunación. En el caso de Personal de salud en contacto con niños menores de un año: una dosis de triple bacteriana acelular cada 5 años. Y convivientes con recién nacidos prematuros de menos de 1500 gramos: una dosis de triple bacteriana acelular.