Es muy fuerte ver la historia materializada en las pantallas
- November 8, 2025
- 0
Hace unos diez años, Dolores Reyes tuvo una visión: una niña de piel marrón, pelo muy largo, flaca, que comía puñados de tierra de un cementerio. Fue durante
Hace unos diez años, Dolores Reyes tuvo una visión: una niña de piel marrón, pelo muy largo, flaca, que comía puñados de tierra de un cementerio. Fue durante
Hace unos diez años, Dolores Reyes tuvo una visión: una niña de piel marrón, pelo muy largo, flaca, que comía puñados de tierra de un cementerio. Fue durante un taller de escritura al que entonces asistía. No lo sabía todavía, pero había nacido el personaje de Cometierra, protagonista de su primera novela, publicada en 2019. Esa niña ahora cobra vida en la piel de la actriz mexicana Lilith Curiel, en la serie de Prime Video creada y dirigida por Daniel Burman, que cuenta la historia de Aylín, una adolescente de la periferia de Ciudad de México que descubre que, cuando come tierra, puede ver el destino de los desaparecidos.
Reyes, nacida en Buenos Aires en 1978, se levantaba al alba en su casa de Caseros, robándole tiempo al sueño, para desarrollar este relato que dedicó a Melina Romero, Araceli Ramos y a otras víctimas de femicidios, así como a sus sobrevivientes. Lo hacía antes de comenzar su jornada como madre de siete hijos y docente de primaria. Nunca imaginó que su vida cambiaría para siempre. El libro se convirtió en un fenómeno editorial: fue traducido a 14 idiomas, viajó por el mundo presentándolo y recorrió numerosas escuelas, donde muchas alumnas se sintieron identificadas. En 2023, publicó Miseria, la segunda parte, que también fue un éxito.
Pero en 2024 Cometierra y otros libros fueron atacados por grupos conservadores, entre ellos la vicepresidenta Victoria Villarruel, quienes consideraron que “exaltaban la pedofilia y sexualizaban a los niños” y, por lo tanto, no debían formar parte de las bibliotecas escolares de la Provincia de Buenos Aires. El ensañamiento con el libro de Reyes fue brutal. Pero la autora y activista ecofeminista, que lleva tatuadas en sus antebrazos las tapas de sus dos obras, recibió un apoyo enorme de la comunidad que la adora y que ahora, otra vez, le está prodigando su cariño a través de la serie.

-La acción de tu novela se trasladó a México. ¿Por qué y qué sentiste?
-Obviamente que una quiere que la adapten y la filmen en el país. Pero ni siquiera el libro circula plenamente y sin problemas como para pretender que un montón de productores inviertan. Es una serie muy cara, tiene siete capítulos largos, mucha producción, y venía siendo imposible armarla en la Argentina. La verdad es que México siempre estuvo muy presente, porque históricamente se habló antes de los femicidios y de las desapariciones de mujeres. Acá tardó bastante en dimensionarse que eso no quedaba sólo allá, en el desierto de Sonora, sino que también pasaba en nuestro país. Con la serie me pasan cosas similares a las que me pasaban con el libro. Muchos lectores de Colombia y México me decían: “Empiezo a leer Cometierra y siento que estoy en la Argentina por el habla, pero me meto y avanzo y me parece que es a la vuelta de mi casa”. Y ahora pasa algo parecido. Veo la serie y hablan como pibitos mexicanos, pero el problema central de los femicidios, de las desapariciones y de las organizaciones que buscan, nos hermana de manera brutal. Incluso la cierta soledad de las buscadoras, que es muy injusta.
-Cuando conociste a Lilith Curiel, la actriz que encarna a Cometierra, ¿sentiste una conexión especial? ¿Cómo fue?
-Fui al rodaje y estaba desesperada por conocerla. El encuentro resultó hermosísimo. La estaban preparando para una escena y se acercaban otros actores. Cuando finalmente la conocí, fue como un abrazo muy fuerte, muy sentido. De hecho, es una figura muy importante para mí. Hablamos casi todos los días. Siempre que viajo a México la veo. Ya conoce a dos de mis hijas. Con la guionista principal, Mónica Herrera, decimos que somos como las madrinas de Lilith. La quiero mucho y me parece un talento increíble. Con mucha emoción y una energía impresionante le pone cuerpo y cara a Cometierra, algo que no es menor. Me parece impresionante. Estoy en shock. Es muy fuerte ver la historia que armé en mi cabeza materializada en las pantallas. Es un montón.

-El libro Cometierra ya tiene una segunda parte, Miseria. ¿Está previsto que también se convierta en serie?
-Desde el primer capítulo está el personaje de Miseria, que encarna Lizeth Selene, que me encanta también. Han buscado actores y actrices muy jóvenes, con un talento increíble y preciosos como personas. Estoy muy contenta. Y Walter también me encanta, interpretado por Roberto Aguilar. No es fácil cruzar el dramatismo y la frescura. Hay cierta calidez que se percibe fuera de cámara y que también está en la serie, para personajes que quiero muchísimo. Obvio que la intención de continuarla está. Hay que ver qué pasa. Pero siento que todo está muy bien planteado para que esta historia continúe. La euforia en la avant premiere fue impresionante. Todos estaban muy contentos y se hicieron cosas muy lindas, como gigantografías y murales. Siento que pasa algo parecido a lo que pasó con el libro. Fue una primera novela que vino con muy buena estrella. Yo soy medio supersticiosa y siento que siempre estuvo todo bien con Cometierra: la suerte de las traducciones; sobrevivió a una pandemia que la podría haber liquidado. Y ahora viene la serie, que también tiene esa buena estrella.

-Hay algo de la relación de los mexicanos con la muerte que va muy bien con tu historia.
-Me he dejado atravesar mucho por esa relación con la muerte tan presente, porque siento que es más saludable. Acá tenemos algo muy tabú. Dejamos a los muertos en los cementerios de manera tajante. Siento que es más sano pensar que nos visitan, que están en la tierra, algo que traslado a la novela. Los muertos están en la tierra: toman cuerpo con la tierra. Por eso Cometierra, al tragarla, puede conectar con ellos. Y sí, en México esa presencia está ritualizada. En la Argentina también. Vayan al cementerio de Bajo Flores, a Liniers, a los Valles Calchaquíes, al Noroeste, y está. Pero siempre nos creemos muy de una Buenos Aires europea, que no ritualiza. Acá tengo mi altarcito de muertos. Me traje dos pancitos de muerto de México, pero también compré los de Liniers, que vienen de Perú. Eso somos también; lo incorporamos, pero lo negamos mucho. Como si nuestra única migración hubiera sido la italiana o española, lo cual está buenísimo, pero también somos Latinoamérica. A veces no lo tenemos tan presente.

-Estamos viendo cómo bajo este Gobierno están aumentando otra vez los femicidios. Octubre fue tremendo y tu libro es de absoluta actualidad.
-La vigencia es triste y tremenda. Triple femicidio, doble femicidio, otro doble femicidio madre-hija, otra chica desaparecida que buscamos en Laferrere… Todo el tiempo se actualiza esta realidad que el universo de Cometierra pone en primer plano. Es resultado de las políticas de negación de los femicidios, de la desarticulación de las redes y herramientas que teníamos para luchar contra las violencias machistas. Y del intento del gobierno nacional de eliminar la figura de femicidio del Código Penal. No pudieron por nuestra resistencia, pero si no, ya se lo hubieran llevado puesto también.
-Formás parte, junto a Soledad Barruti, Gabriela Cabezón Cámara, Maristella Svampa y Claudia Aboaf, del colectivo Mirá Socioambiental. ¿De dónde sacás fuerzas para eso?
-Luchamos por el cuidado de la tierra, del agua, la defensa de nuestros territorios, nuestra fauna y nuestra gente. No queremos dejar libremente nuestro territorio y nuestras riquezas a las offshore, a la megaminería y al saqueo absoluto. El 13 de noviembre vamos a presentar un podcast que se llama Ballenas, que es bellísimo. La fuerza la sacamos de lo que amamos. Amamos la tierra, el agua, nuestro país. Somos parte de este ecosistema y lo defendemos. También es el futuro de nuestros hijos. Una tierra arrasada, envenenada y saqueada, ¿qué mundo les dejamos a nuestros niños? Por eso seguimos defendiendo la tierra como si fuera un cuerpo amado.
Basada en la novela homónima de Dolores Reyes. Creada por Daniel Burman. Codirigida junto a Cris Gris y Martín Hodara. Elenco: Lilith Curiel, Yalitza Aparicio, Gerardo Taracena, Harold Torres, Mabel Cadena, Juan Daniel García Treviño, Lizeth Selene. Disponible en Prime Video.

Entre viajes, talleres, entrevistas, activismo ecofeminista y todo lo relacionado con sus siete hijos, Reyes se hace tiempo para escribir. Tras Cometierra (2019) y Miseria (2023), centrada en la cuñada de la protagonista embarazada de Walter, se viene la tercera parte de la saga, de la que se sabe casi nada.
“Estoy retocando el final. No la estoy terminando, pero sé cuál es y la tengo prácticamente completa. Falta rellenar algunos huecos, pero ya está muy avanzada”, afirma.
¿Se cierra así una trilogía o habrá más? “Por el momento, sí. Veremos después. Me cuesta mucho salir de una historia que sigo viendo. A veces digo de un lugar o de una situación: ‘Ay, esto es tan Cometierra’. La vigencia triste de los hechos hace que siga pensando cómo resolvería ella, qué diría. Escucho hablar a los personajes y no es esquizofrenia, sino que realmente es un conjunto de personajes muy vivos. Pero hay cosas que sí se cierran en esta tercera parte y son muy importantes”, adelanta.
