“El fascismo acecha y suele reaparecer”
- November 25, 2025
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Escrita a la salida de la dictadura cívico-militar que marcó como pocos episodios la historia argentina y el sentir y pensar de todos sus habitantes (y los que
Escrita a la salida de la dictadura cívico-militar que marcó como pocos episodios la historia argentina y el sentir y pensar de todos sus habitantes (y los que
Escrita a la salida de la dictadura cívico-militar que marcó como pocos episodios la historia argentina y el sentir y pensar de todos sus habitantes (y los que vendrían), Los compadritos es muestra fiel del talento de Roberto “Tito” Cossa, pero más de toda su dote de artista: aquel que cual gurú sabe leer el sino de los tiempos, descifrando sus claves para la explicación de un pasado, un presente y un porvenir.
“Tito” la estrenó en enero de 1985, cuando aún se ponía en duda, entre otras cosas, la concreción del juicio a la juntas militares. Un grupo de artistas conformado por Matías Alarcón, Déborah Fideleff, Samanta Clachcovsky, Alexei Samek, Gustavo Rey, Jorge García Marino y Juan Manuel Romero, a 40 años de su estreno, se acercó a Mariano Cossa, hijo de “Tito” y a cargo de los derechos de su obra, para acordar la posibilidad de una nueva puesta en escena. Cual poema o canción que regresa para dar sentido a un presente, Los compadritos volvió.

“La obra está tal cual fue escrita porque está muy bien escrita. No porque sea mi viejo sino porque estructuralmente es muy difícil meterle mano sin que te quede medio flaca de contenido”, señala Mariano las razones que hacen intocable a la pieza a la que el grupo de actores que se convirtió en el elenco de esta puesta le pidió que dirigiese. Decía Tom Lupo que el hombre no cambia, cambia la tecnología (y con ella los tiempos). “La obra transcurre entre el año 1939 y 1945, entonces no requiere de una actualización, los hechos que cuenta son específicos de ese momento”.
La obra fue escrita durante 1984- rememora Mariano, que fue artífice de su música original-. “Era la primavera democrática. Y la obra alerta sobre que cuidemos mucho esa primavera porque el fascismo está siempre oculto aunque uno piense que es el libro de él, que terminó y ya está. No. Acecha y suele reaparecer, como lo hemos visto”. Durante un buen tiempo, al menos en este país, se ha vivido con la idea que cuando uno se recupera de algo, si más o menos se cuida, ese algo no vuelve más. “La primavera democrática era un ‘Nunca Más’ en todos los sentidos. Lo que más me llama la atención de la obra primero es una mirada muy clara que tiene sobre la clase media de este país, por lo menos de este conglomerado urbano que somos acá”.

En la obra aparecen “dos sobrevivientes de un acorazado alemán que se hunde frente a las costas de Montevideo, ellos son los que quieren implantar el nacionalsocialismo en Argentina en el año 40”. Luego están sus huéspedes en la orilla de Quilmes, “los dueños de una especie de recreo restaurante de clase media con pretensiones de ser empresarios millonarios que hoy es algo que se sigue viendo mucho, con la tecnología del tiempo de hoy, claro”.
A ellos, como a muchos pibes y pibas de hoy, “lo único que les interesa es hacer guita y hacerla rápido y sin mucho esfuerzo”. Idea que resume en una frase del personaje en cuestión: “Lo que camina en este país es la minuta: se hace fácil, se hace rápido, la gente lo consume enseguida y no requiere ningún esfuerzo”. “Las consecuencias están a la vista”, casi lamenta.
Con la mayoría de las funciones concretadas antes del 26 de octubre, Los Compadritos tuvo funciones posteriores a ese día que hoy se siente como fatídico. “Tanto antes como después hubo una muy buena afluencia de público. Y también antes como después la gente reconoce que hay un mensaje en la obra que, por un lado, es una crítica a este sector de clase media pretenciosa, pero por otro es una alerta que, incluso en el ’85, cuándo se estrenó, causaba cierta discusión”.

“Sin spoilear mucho, hacia el final de una manera poética la obra dice eso: no nos vamos a librar de esta gente, no nos vamos a librar del fascismo, va a volver a tiranos las cenizas de lo que suponemos que está muerto. Y en ese momento que estábamos empezando una democracia y el ‘Nunca Más’, el mensaje parecía un poco pesimista. Y hoy ha demostrado, y la gente reconoce, que esto fue casi profético. Que no nos teníamos que descuidar, no está ganado, que el día que se fueron los asesinos y los dictadores tenés que empezar a trabajar mucho más para que no pase lo que está pasando”, añade.
El mismo 1985, Fito Páez en la voz de Juan Carlos Baglietto lanzaba “Las cosas tienen movimiento”, que en uno de sus versos dice: “A seguir, a no bajar la guardia, siempre a seguir”. “No esperes, no te enseñaré a vivir”, completa Cossa. “Está demostrado hoy más que nunca que hay gente que no le importa un mundo más solidario y más humano, sino que mientras a mí me vaya lo suficientemente bien, mientras haya otros que les vaya mucho peor, bueno, mejor. Mejor porque así me siento un poco más valorado”.
Cossa no se define optimista, pero tiene un gran conocimiento del quehacer cultural del país, especialmente en su ámbito independiente. “Este país en general y esta ciudad en particular tienen un gran movimiento cultural. Lo ha tenido históricamente. Y creo que es un movimiento muy solidario entre sí. Y me parece que como siempre pasa en las crisis empiezan a tomar mucha fuerza estos movimientos culturales, aunque estamos muy golpeados. Hay mucha atomización: mucha más gente haciendo teatro porque hay menos producción en otras áreas. Sumado al ánimo general del público más teatrero, la verdad es que se está sintiendo una merma de gente”.
En ese panorama, invitar a Los Compadritos resulta un desafío que Cossa no rechaza. “Es una obra estrenada hace 40 años que tiene una vigencia ideológica, temática y artística que hace imprescindible verla hoy para entender un poco cómo es el alma de este país, y tal vez por qué hemos llegado a este punto. Es muy divertida, está excelentemente actuada y hay un trabajo de la escenógrafa que hace que la obra visualmente sea muy agradable de ver”.
Un verdadero teatro a la vieja usanza que hasta puede servir de ejercicio antropológico. Ríe y concluye: “Siete personajes con muchos cambios de vestuario (que tuvimos gracias al Teatro Cervantes), como cuando se estrenó que había vestuarista, maquilladoras, una cantidad de técnicos enorme detrás de escena, aunque con siete, ocho que hacen todo”.
Elenco por orden de aparición: Matias Alarcón, Déborah Fideleff, Samanta Clachcovsky, Alexei Samek, Gustavo Rey, Jorge García Marino, Juan Manuel Romero. Dirección: Mariano Cossa. Domingo 30 de noviembre a las 20.30 en el Teatro Payró, San Martín 766.