sus diferencias con el personaje y su fe en tratar bien a las personas
- November 27, 2025
- 0
A los 67 años y en pleno rodaje de la séptima temporada de Slow Horses, Gary Oldman vuelve a ponerse en la piel del mordaz y devastado Jackson Lamb, el
A los 67 años y en pleno rodaje de la séptima temporada de Slow Horses, Gary Oldman vuelve a ponerse en la piel del mordaz y devastado Jackson Lamb, el
A los 67 años y en pleno rodaje de la séptima temporada de Slow Horses, Gary Oldman vuelve a ponerse en la piel del mordaz y devastado Jackson Lamb, el espía que revitalizó el género en Apple TV+. Aprovechando el estreno de la quinta entrega y con la sexta ya terminada -solo restan los retoques finales de sonido y color antes de su lanzamiento el año próximo-, el actor habló sobre su método, la paciencia de los espectadores frente a los largos intervalos entre temporadas y su propia experiencia personal como padre.
La continuidad acelerada de Slow Horses contrasta con las demoras habituales en la industria. “Rodamos una temporada, descansamos un par de meses y empezamos la siguiente”, explicó Oldman en una conferencia de prensa del lanzamiento de los Globos de Oro. “Así logramos mantener el ritmo. Ya empezamos a rodar la séptima. Para quienes disfrutan de la serie, todavía hay más por venir”. Su comentario no solo confirma el futuro extendido del fenómeno de Apple TV+, sino que también funciona como declaración de principios en un panorama audiovisual marcado por esperas interminables.

En esa misma línea de introspección, Oldman habló del contraste entre su carácter real y el de Lamb. “Nunca fui un padre autoritario ni un tirano. No soy de gritar”, aseguró, antes de confesar que parte del disfrute de interpretar a Lamb proviene justamente de encarnar lo contrario a su naturaleza. “No soporto herir los sentimientos de alguien. En la vida se consigue más con miel que con vinagre”.
Sobre el sarcasmo, uno de los sellos del célebre espía televisivo, Oldman lo asume con matices: “Puedo ser un poco sarcástico, como Jackson Lamb. Creo que todos podemos serlo. Pero también me considero generoso. Me gusta dar a la gente el beneficio de la duda”. Esa mirada, dice, se traslada también a cómo observa la televisión actual: invierte tiempo, se deja llevar y, como cualquier espectador, se frustra cuando una serie querida desaparece durante años.
