July 3, 2025
Entretenimiento

Stone Temple Pilots le hizo justicia a un legado de canciones sin fecha de vencimiento, pese a la ausencia irreparable de Scott Weiland

  • May 19, 2025
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El sábado, el Estadio Obras Sanitarias fue escenario de una de esas noches que no necesitan nostalgia para justificar su existencia. Stone Temple Pilots regresó a Buenos Aires

Stone Temple Pilots le hizo justicia a un legado de canciones sin fecha de vencimiento, pese a la ausencia irreparable de Scott Weiland


El sábado, el Estadio Obras Sanitarias fue escenario de una de esas noches que no necesitan nostalgia para justificar su existencia. Stone Temple Pilots regresó a Buenos Aires con un show preciso, sin adornos, en el que la distorsión no fue decorado ni recurso: fue médula. Y eso, en un presente saturado de reuniones ancladas en lo retro, no es poco.

Con una lista ajustada de 16 canciones y una duración de 90 minutos, el grupo dejó claro que sigue entendiendo algo que muchas bandas de su generación ya olvidaron: la contundencia no pasa por sobreactuar el pasado, sino por tocar con la convicción de que ese sonido aún dice algo.

La noche comenzó poco después de las 21:30, con el estadio colmado. Un Obras a tope —4.700 personas— presenció un show directo y feroz que arrancó con “Unglued”, “Wicked Garden” y “Vasoline”. Lo bueno, si arranca puntual, es dos veces bueno, parecieron decir los STP. Sin parlamentos innecesarios ni pausas grandilocuentes, todo fue marcha y tracción.

Los oriundos de San Diego siguieron con “Big Bang Baby”, “Down”, “Silvergun” y “Still Remains”. Dean y Robert DeLeo, junto a Eric Kretz, dieron una clase de precisión y potencia: el sonido fue sólido, nítido, sin perder la aspereza que define su estilo. Nada sonó viejo ni reciclado; sonó real.

Stone Temple Pilots le hizo justicia a un legado de canciones sin fecha de vencimiento, pese a la ausencia irreparable de Scott Weiland
Los hermanos DeLeo funcionan como una pared sónica.

Foto: Prensa / Lucio Antolini

En el centro del escenario, Jeff Gutt terminó de sellar esa idea. Gutt es un cantante en 3D: sostiene a la banda, honra a sus antecesores y suma lo suyo. Su voz, cercana a la de Scott Weiland pero sin mimetismos, le da identidad a un presente que no intenta esconder el pasado, pero tampoco lo mendiga. Su despliegue escénico, seguro y físico, ancla el show en el ahora.

Pilots & hits

La lista avanzó sin altibajos. “Plush” fue recibida como el clásico que es. “Interstate Love Song” cruzó la frontera entre canto colectivo y emoción contenida. “Crackerman” desató uno de los pogos más intensos, y “Piece of Pie” fue el pico emocional de la noche. “Sex Type Thing” cerró con todo el músculo disponible: una banda ajustada, pesada y sin fisuras.

Hubo guiños entrañables: tanto Gutt como Dean grabaron fragmentos del show con sus celulares, en una especie de fanatismo invertido, conmovidos por la energía de un público que parecía devolverles el cuerpo entero de canciones que alguna vez marcaron una época.

La gira, sin nombre oficial, marca los 30 años de Purple, su segundo álbum, piedra angular del rock alternativo de los ’90. Aunque no lo digan, STP está celebrando esa obra desde el escenario, con naturalidad y sin campañas conmemorativas. Antes de llegar a Buenos Aires, pasaron por Chile; luego tocarán en Brasil y Australia.

Stone Temple Pilots le hizo justicia a un legado de canciones sin fecha de vencimiento, pese a la ausencia irreparable de Scott Weiland
Stone Temple Pilots compuso algunas de las mejores canciones de los ’90.

Foto: Prensa / Lucio Antolini

A diferencia de otras bandas de la camada grunge —Nirvana, Pearl Jam, Alice in Chains, Soundgarden—, STP siempre fue vista con recelo por la crítica. Los tildaron de oportunistas, imitadores, tardíos. Pero sobrevivieron a los adjetivos con lo que importa: canciones. De Core a Tiny Music…, pasaron del grunge al glam con la soltura de quienes no piden permiso.

Esa historia también arrastra pérdidas. Scott Weiland, su cantante original, murió en 2015. Chester Bennington, quien lo sucedió brevemente, se suicidó en 2017. El fantasma del “banco maldito de los frontmen” parecía definitivo. Pero no: desde 2017, Gutt sostiene al grupo con respeto, actitud y una entrega que no necesita justificaciones.

STP no es un homenaje ni una banda zombie. No suenan como si fueran los ’90. Suenan como si todavía importara. Y por eso, siguen valiendo la pena.

Stone Temple Pilots

Sábado 17 de mayo. Estadio Obras.

Stone Temple Pilots le hizo justicia a un legado de canciones sin fecha de vencimiento, pese a la ausencia irreparable de Scott Weiland
STP siempre rinde en vivo.

Foto: Prensa / Lucio Antolini



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