maternidades alteradas, sátiras políticas, Nouvelle Vague estadounidense y recuerdos de la muerte
May 19, 2025
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El primer fin de semana de los grandes festivales de cine, como el de Cannes, suelen ser los días más importantes de todos, donde se juntan las películas
El primer fin de semana de los grandes festivales de cine, como el de Cannes, suelen ser los días más importantes de todos, donde se juntan las películas más esperadas, las visitas más famosas y la mayor cantidad de gente posible, ya que a los miles de participantes de este evento –que incluye además un mercado y una serie de representaciones nacionales que se asemeja a la ONU– se le suman los turistas de la zona y de ciudades vecinas, quienes aprovechan esos días para hacer su “tour” a la alfombra roja, sacarse sus selfies con famosos y, en tiempos de redes sociales, subir todo tipo de material que demuestre que estuvieron en medio del glamour. De hecho, es habitual ver muchas personas vestidas de gala en horarios matutinos solo para acercarse a la famosa “red carpet” y posar allí aunque no haya funciones ni nada sucediendo dentro de la sala de cine.
El primer fin de semana de Cannes, que llegó luego de la apertura y del huracán Tom Cruise, trajo un combo de cine y de celebridades. Quizás por la conexión que tiene el proyecto con nuestro país, el más relevante fue Mátate, amor, película de la realizadora escocesa Lynne Ramsay que adapta la novela de la escritora argentina Ariana Harwicz con Robert Pattinson, Jennifer Lawrence como protagonistas excluyentes. El libro transcurre originalmente en Francia y tiene como eje las experiencias difíciles de una madre reciente (y extranjera allí) que lidia con la depresión posparto, pero en la adaptación ha sido todo trasladado al sur de los Estados Unidos y el eje ligeramente cambiado.
Pedro Pascal convierte en éxito todo lo que toca.
Aquí lo que se retrata son las experiencias de una madre reciente que ve cómo todo su mundo se desmorona a partir de su maternidad. Si bien siente que su marido no aporta ni hace lo que ella necesita –se siente sola y desamparada gran parte del tiempo–, la película pone el eje en la transformación psicológica que la lleva al borde de la locura, poniendo en riesgo su vida y la de quienes la rodean. Más allá de contar con una actuación salvaje de la actriz de Los juegos del hambre, la película por momentos es excesivamente brutal y directa, sin permitir que el espectador pueda entrar y tratar de entender algo más acerca de lo que le sucede a la cada vez más descontrolada protagonista.
Cannes y después
También en la competencia se presentó Eddington, del director Ari Aster, un especialista en cine de terror que ha dejado el género para hacer películas más ambiciosas y, en este caso, políticas. Protagonizada por Joaquin Phoenix, Pedro Pascal y Emma Stone –los tres estuvieron presentes aquí–, Eddington es una violenta sátira política que transcurre durante la pandemia en un pequeño pueblo del interior de los Estados Unidos y muestra el cada vez más crudo enfrentamiento entre los que cumplían las reglas de distanciamiento y barbijos y los que se oponían a ella. A partir de ese choque, Aster parodia de una manera no demasiado original ni creativa los conflictos políticos que aparecieron ahí y se fueron acrecentando hasta la actualidad entre las extremas derechas pro-Trump y la llamada “cultura woke”, de un modo cada vez más virulento y salvaje.
De los tres grandes films de competencia del fin de semana el mejor fue Nouvelle Vague, del estadounidense Richard Linklater, que cuenta el detrás de la escena de la producción y el rodaje de Sin aliento, de Jean-Luc Godard, uno de los grandes clásicos del cine francés e icónico film de esa nueva ola a la que el título refiere. Filmada en blanco y negro con un estilo idéntico al de los films de la época que retrata, la película del director de Antes del amanecer y Boyhood pone en escena a todas las figuras de la cultura y el cine de esa época –desde Jean-Paul Belmondo a François Truffaut, de Robert Bresson a Jean Seberg– para mostrar de una manera ligera y nostálgica a la París vibrante de principios de los ‘60 y cómo esta película en su momento revolucionaria cambió, sin que ninguno de los protagonistas lo imaginara, la historia del cine mundial.
El agente secreto es una de las gratas sorpresas del festival.
Fuera de la competencia por la Palma de Oro y con Kristen Stewart como máxima figura pero como directora en lugar de actriz, se presentó The Chronology of Water, retrato de la escritora Lidia Yuknavitch basado en sus memorias. Es un retrato entrecortado que a través de viñetas y escenas distribuidas a lo largo de su vida, va contando cómo una joven abusada por su padre y deportista profesional fue lidiando con diversos problemas e inconvenientes hasta convertirse en una prestigiosa escritora. Con una actuación descollante de Imogen Poots en el rol de Lidia, la película dirigida por la actriz de Spencer y de la saga Crepúsculo prueba que Stewart tiene también mucho talento para manejarse detrás de cámara, ya que se trata de un film visual y narrativamente complejo que supo manejar con la sabiduría de alguien con mucha más experiencia.
Jennifer Lawrence y Ariana Harwicz.
La participación argentina sigue siendo mínima y recién el 20 se verá Tres, el corto que participa en la Competencia Cinéfondation, y que es la única representación nacional oficial. Brasil, sin embargo, tuvo su película en competencia gracias a la ambiciosa El agente secreto, un muy original film de género que transcurre a mediados de los años ‘70 en Recife, en plena dictadura en ese país y se centra en un grupo de personas que ejerce, de una manera más personal que estrictamente política del modo clásico, una resistencia al régimen. Protagonizada por Wagner Moura, se presenta como un thriller de espionaje pero por debajo de los misterios narrativos y los homenajes al cine de la época, lo que el director de Aquarius está contando aquí es la forma en la que la sociedad civil se organiza cuando un régimen que no respeta las libertades los atropella y asesina. En el contexto argentino resulta difícil pensar que hoy el Estado pueda ayudar a financiar un proyecto así. Pero, así como sucedió con la ganadora del Oscar Aún estoy aquí, de Walter Salles, en el Brasil de hoy estas películas son por suerte una causa y un orgullo nacional.
Nouvelle Vague, del estadounidense Richard Linklater, fue una de las mejores propuestas del fin de semana.