July 5, 2025
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Chespirito, del barril y el cartón pintado a la era del algoritmo

  • June 7, 2025
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Chespirito: Sin querer queriendo arranca de una forma épica, digna de la leyenda que va a narrar. Comienza en Colombia, 1980, con el sonido de voces populares vitoreando


Chespirito: Sin querer queriendo arranca de una forma épica, digna de la leyenda que va a narrar. Comienza en Colombia, 1980, con el sonido de voces populares vitoreando al personaje del Chavo. Horacio Gómez Bolaños corre agitado y golpea las puertas de los camerinos improvisados de los artistas protagonistas de uno de los seriales más reconocidos en la historia de la televisión latinoamericana. Basta con ver de espaldas dos colas de caballo y un par de anteojos infantiles para que los fanáticos vibran por la Chilindrina. También reconocen al profesor Jirafales por los puros en un cenicero. Luego aparecen Doña Florinda y Doña Clotilde, la Bruja del ’71, perfectamente caracterizadas. El clímax es ver a Roberto Gómez Bolaños (Pablo Cruz Guerrero) en el backstage, pintándose las inconfundibles pecas y a punto de ponerse la humilde gorrita que despertó oleadas de ternura a nivel global.

Este comienzo es también una declaración de principios que marca el tono épico de la primera biopic dedicada a Roberto Gómez Bolaños, el comediante y actor que dejó marcas indelebles y arrancó risas y lágrimas a generaciones en América Latina. La misma tonalidad persiste en la siguiente escena, que se remonta a un recuerdo de infancia: un circo en México en 1935, donde el niño Roberto (Dante Aguiar) pronuncia por primera vez una de sus frases icónicas: “Fue sin querer queriendo”.

Aunque había pocas expectativas sobre una ficción basada en la autobiografía de Gómez Bolaños, supervisada por su hijo y respaldada por el grupo Chespirito, nadie esperaba una versión tan edulcorada y complaciente de la vida del autor como la que anticipa el primer episodio.

La bioserie parece seguir la fábula neoliberal del joven que se atreve a dejar un trabajo alienante y, gracias a su talento —que fue realmente extraordinario— materializa sus sueños. Así alcanza la fama, la fortuna y el aplauso de millones. El resto es pan y circo para los fanáticos, con recreaciones exactas de los sets de la vecindad y un casting casi perfecto en parecido físico. Los personajes son encarnaciones fieles de los originales. El relleno serán componentes que construyen la leyenda. Por ejemplo, la breve aparición de Edgar Vivar como Agustín Delgado, el director que apodó a Gómez Bolaños “Chespirito”: una variación de Shakespeare en miniatura, en referencia a su brillantez mental y baja estatura física.

Por ahora, la única tensión en el relato inmaculado está en el triángulo amoroso entre Gómez Bolaños, su esposa y madre de sus seis hijos, Graciela Gómez (Paulina Dávila), y su interés creciente que devendrá en relación con Margarita Ruiz (Barbara López). Esta última es la nominación reservada para Florinda Meza, quien no autorizó usar su nombre en la serie.

El final del primer capítulo promete hacer estallar esas pasiones en Acapulco, donde el elenco grabará dos capítulos especiales de El Chavo y El Chapulín Colorado. Los episodios de Acapulco suelen considerarse un punto de inflexión en la ficción televisiva más aplaudida de Gómez Bolaños. Representan los últimos capítulos de El Chavo con el elenco original. También marcan la pelea irreconciliable entre Bolaños y Carlos “Quico” Villagrán, que termina con la salida definitiva del actor de la vecindad. Una acción que pronto imitará Ramón “Don Ramón” Valdés.

Fueron pérdidas irreparables para la comedia infantil que, en realidad, gozaron más los adultos. Mejor dicho, para la comedia pensada para adultos que terminó siendo la delicia de los niños.

En esta narración apologista y legendaria quedará poco espacio para los claroscuros de la vida de Gómez Bolaños. Casi nada de aquel Gómez Bolaños que, en 1977, junto al elenco de El Chavo, se presentó en el Estadio Nacional de Chile. Este lugar fue un campo de concentración y símbolo del terrorismo de Estado durante la dictadura de Pinochet, donde fue asesinado Víctor Jara. Gómez Bolaños incluso se vanaglorió del hecho.

Poco se menciona del fanático anticomunista y enemigo acérrimo de la izquierda. Poco del ultramontano provida que participó activamente en campañas contra las leyes de aborto. Y, por supuesto, no habrá tensión entre esta moralina conservadora y el Gómez Bolaños que mantuvo durante años una aventura extramatrimonial, hasta divorciarse de su primera esposa. Todo en nombre del amor.

La serie es desprolija y salta constantemente en el tiempo, dificultando la generación de sentimientos intensos hacia los personajes o mantener la atención del espectador. Todo indica que Sin querer queriendo aportará poco a la ficción del streaming. Se erige más bien en un producto mediático facilista, remedio para melancólicos, nostálgicos y fans incondicionales de este verdadero hacedor de fenómenos televisivos excepcionales e inéditamente duraderos. «

—-El papel de Chespirito es interpretado por Pablo Cruz Guerrero. El resto del elenco guarda un gran parecido físico con los actores originales.

Chespirito

Sin querer queriendo. Dirección: David “Leche” Ruiz y Julián de Tavira. Con Pablo Cruz Guerrero, Barbara López, Andrea Noli, Miguel Islas, Paulina Dávila. Creado y dirigido por Roberto Gómez Fernández. Disponible en HBO Max.

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