July 9, 2025
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Mercedes Sosa, la voz de la tierra y el emblema de los pueblos que resisten

  • July 9, 2025
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A casi 16 años de su partida, Mercedes Sosa sigue tan presente como siempre en la música argentina. Su voz —profunda, inconfundible, comprometida— marcó a fuego el folklore

Mercedes Sosa, la voz de la tierra y el emblema de los pueblos que resisten


A casi 16 años de su partida, Mercedes Sosa sigue tan presente como siempre en la música argentina. Su voz —profunda, inconfundible, comprometida— marcó a fuego el folklore y la convirtió en una figura esencial de la música popular. Los artistas la reconocen como una de sus máximas referentes: el público la venera. Es la voz de América Latina, la madre cantora de generaciones, la Negra. Cantó las penas y las alegrías del pueblo, alzó la voz frente a las injusticias y habló por quienes no podían hacerlo. Hoy, su obra sigue inspirando y por eso, recordarla el día que cumpliría 90 años es un acto de cariño y, a la vez, de celebración de su legado.

Nacida como Haydée Mercedes Sosa el 9 de julio de 1935, en San Miguel de Tucumán, Argentina, en una familia humilde de origen mestizo, desde chica mostró una sensibilidad singular. A los 15 años, casi por juego, participó en un concurso radial con el seudónimo de Gladys Osorio: cantó “Triste estoy” de Margarita Palacios y ganó. Ese fue el inicio de un camino que recorrería con integridad y pasión durante más de cinco décadas.

En los años 60, junto a artistas como Armando Tejada Gómez y Óscar Matus, su primer esposo, impulsó el movimiento del Nuevo Cancionero, una corriente artística que buscaba recuperar las raíces folklóricas de América Latina, integrándolas con una visión crítica de la realidad social. Esta propuesta no solo transformó la música popular argentina, sino que dio voz a los silenciados y abrió caminos de expresión para toda una generación de artistas comprometidos.

Mercedes Sosa tenía una voz irrepetible. Su timbre era grave y potente, y estaba cargado de una emoción serena pero profunda. Esa potencia y sensibilidad atravesaron generaciones. Micaela Vita, cantante del grupo Duratierra, recuerda: “Fue la primera voz que me hizo querer cantar. Escucharla de chica era una conmoción. No entendía cómo podía salir esa expresión enorme, abrazadora, de un cuerpo humano. Esa impresión me marcó para siempre. Mercedes me hizo elegir el camino de ser cantora”.

La Negra era muy exigente en la elección de su repertorio, pero también muy generosa. Interpretó canciones de autores fundamentales como Atahualpa Yupanqui, María Elena Walsh, León Gieco, Violeta Parra, Silvio Rodríguez y Víctor Jara. Muchos temas se convirtieron en himnos en su voz como “Gracias a la vida”, “Solo le pido a Dios” y “Como la cigarra”, por citar algunos.

Mercedes Sosa, la voz de la tierra y el emblema de los pueblos que resisten
La Negra en el escenario.

Pero también le dio su primera oportunidad a muchos compositores nuevos (Raúl Carnota, Chacho Müller, Peteco Carabajal, entre otros), que después siguieron su propio camino. También se abrió a otras músicas como el tango, el rock y la música popular brasileña. Fue una especie de madrina de muchos artistas, como   León Gieco, Víctor Heredia, Peteco Carabajal, Raly Barrionuevo, Liliana Herrero y el Chango Spasiuk, entre muchos otros.

Su amistad con Charly García, por ejemplo, fue histórica. Ella le abrió las puertas del Festival de Cosquín en 1997 en un acto revolucionario. Así como en 1956 fue Jorge Cafrune el que la hizo subir a ella, entonces una artista desconocida, al escenario Atahualpa Yupanqui, desafiando a la organización y haciendo nacer una estrella. La amistad y sensibilidad que unía a La Negra y Charly permitió que naciera Alta fidelidad (1997), un álbum que une dos universos aparentemente lejanos: el del folklore y la canción comprometida de Mercedes, con el rock-pop urbano y vanguardista de Charly. El resultado, lejos de parecer una fórmula química, ofrece una nueva dimensión para nuestra música popular.

Durante la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983), su música fue censurada, sus discos prohibidos, y ella misma fue arrestada durante un concierto en La Plata. Poco después, se exilió, primero en París y luego en Madrid. Padeció mucho esos años, pero nunca dejó de cantar y se convirtió así en figura mundial. Su regreso en 1982 fue un momento histórico: volvió con conciertos multitudinarios en el Teatro Ópera, llenos de emoción, en los que casi por por primera vez comenzaba a avizorarse una salida al horror.

Su figura no era solo la de una artista talentosa, sino también la de una mujer que supo plantarse con firmeza y sensibilidad en cada época. Vita la reivindica también como un ejemplo de coherencia y entrega: “Siempre vuelvo a Mercedes. En sus versiones hay tesoros: su forma de frasear, su sentido melódico, su forma de pensar artística y políticamente. Ella entendía qué necesitaba el pueblo de sus artistas. Y le puso el cuerpo. Por eso la siento tan cercana, como alguien de la familia”.

Para Nadia Larcher, cantora catamarqueña que actualmente está pasando una temporada del otro lado del Atlántico, Mercedes Sosa y Atahualpa Yupanqui son referentes directos para nuestra región, pero también para muchos europeos que se encuentra. “Cada vez que decimos Argentina, aparecen ellos, los maestros, como nuestros guardianes. Por eso siento que todos vamos a resguardo de un legado único y cada vez más vivo”.

Victoria Birchner, joven cantora santafesina, resalta el carácter afectivo y colectivo de ese legado: “Mercedes es la voz de quienes cantamos, pensamos y sentimos nuestro país y nuestras raíces. Es la figura de la lucha, del amor, del compromiso, del feminismo y de la consciencia de lo colectivo, incluso cuando estos temas no eran moneda corriente. A través de sus canciones nos abrazó, nos contuvo, nos animó, nos cuestionó como sociedad”.

Mercedes Sosa, la voz de la tierra y el emblema de los pueblos que resisten
Mercedes Sosa y su inseparable bombo legüero.

A esa dimensión íntima también alude la cantante misionera Flor Bobadilla Oliva, que evoca el impacto de su voz en la infancia: “Me hacía parar la oreja. Había algo en su forma de contar que abría un sentido distinto. Su voz no era un adorno, era una invitación a repensar. Eso despertó en mí la búsqueda del decir”.

Sosa fue una artista profundamente humanista. Defendió los derechos de los pueblos originarios, de las mujeres, de los trabajadores, de los excluidos. Su compromiso nunca fue impostado: nacía de una convicción íntima, de su historia, de su identidad.

A lo largo de su carrera, grabó más de 40 discos y recibió innumerables reconocimientos. Nació el 9 de julio de 1935 y falleció el 4 de octubre de 2009, a los 74 años, en Buenos Aires. Su velorio, en el Congreso de la Nación, fue un acto de amor multitudinario. En la actualidad, su voz sigue viva. Su legado es parte esencial del patrimonio cultural y espiritual de América Latina y su presencia sigue habitando la memoria colectiva de los argentinos que se sienten abrazados por su canto.

Mercedes Sosa, la voz de la tierra y el emblema de los pueblos que resisten
Charly y Mercedes.



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