las “Papaya Rules” desafían la filosofía de la F1
- November 2, 2025
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Gran Premio de México de F1, octubre 2025. Vuelta 43 de 71. El australiano Oscar Piastri naufragaba por el séptimo puesto (P7) en la carrera y perdía la
Gran Premio de México de F1, octubre 2025. Vuelta 43 de 71. El australiano Oscar Piastri naufragaba por el séptimo puesto (P7) en la carrera y perdía la
									 
Gran Premio de México de F1, octubre 2025. Vuelta 43 de 71. El australiano Oscar Piastri naufragaba por el séptimo puesto (P7) en la carrera y perdía la punta del campeonato, a manos de su compañero en McLaren, el británico Lando Norris, quien finalmente ganó el GP. Faltaba casi media carrera. Por la radio, desde el equipo naranja le preguntaron a Norris qué neumáticos convendría más a Piastri para continuar. “Blandos”, respondió el británico.
Piastri cambió por blandos y anduvo mejor; adelantó a dos autos para alcanzar el P5 y sumar 10 puntos. El australiano, de todas formas, perdió el liderato del Campeonato de Pilotos, pero solo por un punto, cuando faltan 4 carreras por disputar.
Un piloto ayudando a su máximo rival en el certamen. Algo impensado, aún siendo compañeros de equipo. Ese es el espíritu de las “Papaya rules”.
Las “Papaya rules” -Reglas papaya, en español- reciben muchas críticas de los fanáticos y de los especialistas; en redes sociales y en medios tradicionales. Pero encarnan una filosofía de juego en equipo y de batalla justa, perdida en el mar del individualismo ventajero reinante.
Las “Papaya rules” conforman una utopía, una entelequia. Buscan la equidad y la justicia en la competencia. En este Campeonato de Fórmula 1, más allá de las críticas, ofrecen un final apasionante que seguramente requerirá de completar todas las carreras para conocer al campeón; algo que solo ocurrió 2 veces en los últimos 10 años.
Gran Premio de Italia, Monza 2024. Norris y Piastri largaron P1 y P2, respectivamente. Durante la carrera, Piastri adelantó a Norris, y la escudería permitió la lucha: “Pueden pelear bajo las Papaya rules”. El término remite al color de los McLaren: naranja, que es el mismo de la citada fruta. En su génesis, el significado era más simple: “Si el otro auto es naranja, no lo choques”.
Con el tiempo, más reglas se fueron agregando. En detalle, solo las conocen los integrantes de McLaren, pero hay pistas: el desarrollo del auto es consensuado con ambos pilotos, se ayudan en todo lo que pueden dentro de la pista, ninguno desobedece las órdenes de equipo, juegan en equipo, compiten en igualdad de condiciones y, por supuesto, no se chocan ni se pelean sucio.

Los detractores de estas reglas apuntan a que las mismas van en contra del espíritu competitivo más instintivo; el de ganar como sea. En criollo, quieren “sangre” y las acusan de ser “pecho frío”. Algo de cierto hay. Las “Papaya rules” no darán un enfrentamiento brutal entre compañeros como Senna-Prost.
La última gran batalla de esa índole fue Hamilton-Rosberg, en 2016. Ese gran campeonato no fue el último de su clase por casualidad. La F1 venía con una sobredosis de batallas sangrientas entre compañeros. Vettel-Webber, Hamilton-Alonso, y, lo dicho, Hamilton-Rosberg. Los fanáticos, contentísimos; los pilotos, a fondo, dando todo y al borde de la tragedia; los dueños del circo, muy preocupados porque la carpa no se venga abajo, ya que esos duelos terminaban con el portazo de algún piloto y con la escudería haciendo reducción de daños de forma permanente. A partir de ese 2016, todo cambió. El retiro de Rosberg dio a pie a que Mercedes pudiera hacer el gran cambio.
Toto Wolff se inclinó por un buen piloto como Valtteri Bottas, para que… cómo decirlo… no le represente tanto estrés a Hamilton. Además, los futuros autos se harían a gusto del multicampeón. Con el caballo del comisario, el gran Lewis desfiló: ganó 4 campeonatos consecutivos, siendo brillante. Bottas, por su parte, sumó puntos importantes para el equipo y fue subcampeón del mundo 2 veces. Ah, y el equipo coleccionó títulos de Constructores. Todos contentos y sin estrés, menos los fanáticos.
La contienda épica de 2021 tuvo a dos pilotos legendarios de distintas escuderías, con la misma estrategia de equipo: Christian Horner hizo lo mismo que Toto Wolff e incluso de forma más extrema. No solo siguió la lógica del piloto estrella encarnado en Max Verstappen, sino que directamente no le interesó el segundo auto. “Si pudiera, correría solo con Max”, le dijo Horner a Checo Pérez cuando se unió a Red Bull, según contó el propio mexicano.
Así las cosas, pasamos de Toto y Hamilton a Horner y Max. La “Doctrina Toto Horner” fue un éxito empresarial, pero algo aburrido como espectáculo. Hamilton, lo dicho, 4 al hilo. Max, 4 al hilo, también. En 8 temporadas, solo 2 pilotos se llevaron el reconocimiento. Campeonatos entretenidos, solo 1.
Las “Papaya Rules” llegan para romper con esa lógica tan efectiva como aburrida. Al menos, hacia adentro del propio equipo; quién sabe, si son exitosas, tendremos más campeonatos peleados hasta el final.
Las “Papaya rules” proponen que no haya favoritismo entre los pilotos y eso enaltece el espíritu competitivo. Son más democráticas porque se deciden en una mesa entre pilotos y directores de equipo. Son más transparentes, ya que todos los involucrados tienen claro a qué juegan y cuáles son las herramientas, los beneficios y los sapos a tragar.
Enaltecido Norris, que aceptó pelear de igual a igual con Piastri por convicción, pudiendo haber golpeado la mesa y reclamado su favoritismo. Empoderado Piastri, que se ganó a pulso esa oportunidad de competir y hoy pelea un título del mundo. Bien por McLaren, que resurgió desde las cenizas y ya se quedó con 2 títulos de equipo consecutivos.
Las “Papaya rules” proponen más y mejor competencia, con valores más altos que el individualismo monárquico de la “Doctrina Toto Horner”. Y lo hacen con efectividad: con el (bi)Campeonato de Constructores asegurado hace rato, el Campeonato de Pilotos tiene a los dos jinetes del stud como primero y segundo, con solo un (1) punto de diferencia, a 4 carreras del final. No estaría mal un nuevo cambio de paradigma en la F1. A mejorar, por supuesto.
En este marco teórico, Norris y Piastri no se juegan solo un campeonato, sino también la “Batalla cultural” de la F1. El desafío final: Max Verstappen.
Otro artículo se podría escribir sobre esta enorme temporada (una más) de Max Verstappen. En este texto, que ya tomó ribetes literarios, será el rival a vencer. Como Lebron James en la NBA o Roger Federer en el tenis, “si querés salir campeón, le tenés que ganar a éste”. Y a “éste” no le gusta perder; y ocurre que es el mejor piloto de la actualidad, hace rato; y tiene auto.
Viejos conceptos gamers utilizaban la figura de “Juez” o “Monstruo” para llamar al último gran rival del juego. Para bien o para mal, Verstappen será el juez de las “Papaya rules”. Norris o Piastri se consagrará como campeón o sufrirán el escarnio público.
Max no tiene nada que perder; Norris y Piastri tienen todo para ganar y para perder. En cualquier caso, es menester agradecer a las “Papaya rules” por este gran campeonato. A esta altura, en otras temporadas, ya estaba todo cocinado.
Las palabras de Norris definen a la perfección el espíritu de las “Papaya rules”: “Siempre hemos trabajado bien como equipo, confiando el uno en el otro y en McLaren. Esa es la razón por la que somos más fuertes”.