segundo año de la Cátedra Maradoniana como espacio de resistencia y pensamiento
May 16, 2025
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La figura de Diego Armando Maradona no necesita estatua ni altar: ya habita en las paredes de las villas, en los relatos de sobremesa, en las metáforas de
La figura de Diego Armando Maradona no necesita estatua ni altar: ya habita en las paredes de las villas, en los relatos de sobremesa, en las metáforas de quienes aún creen que otro mundo es posible. A cinco años de su muerte, sigue generando pensamiento, conversación, encuentro. Y ahí, en esa zona de intersección entre la memoria popular y el análisis crítico, se consolida una experiencia singular: la Cátedra Maradoniana.
Este 2025 marca el inicio del segundo año de un proyecto que no nació para glorificarlo, sino para pensarlo. Para pensarnos. «No tiene que ver con la apología«, aclara Fabián D’Aloisio, uno de los impulsores del espacio. «Por más que todos seamos maradonianos y lo llevemos en el corazón, lo que proponemos es una forma de pensar con él, a través de él, y no simplemente sobre él». Porque Diego, como pocos, permite mirar la historia desde abajo, desde la gambeta, desde el barro y el deseo.
Este segundo año de la cátedra maradoniana llegó con más estructura y ambición: ocho encuentros intensivos, con una dinámica semanal, materiales previos abiertos al público y un banco de recursos académicos y artísticos que alimentan las discusiones de cada jornada.
En el barrio de Parque de los Patricios, la librería Vuelo al Sur se convirtió en el epicentro de esta cátedra maradoniana, que dio inicio a un ciclo formativo profundo, con una comunidad vibrante de intercambio y reflexión.
Ariel Scher, en la clase inaugural de la Cátedra Maradoniana.
Las clases de la Cátedra Maradoniana
La clase inaugural de la Cátedra Maradoniana estuvo a cargo de Ariel Scher, escritor y periodista que ha sabido leer el deporte con ojos de poeta. «La disputa por el lenguaje nunca es solo por el eco del lenguaje. Diego entendía eso. Por eso hablaba como jugaba: rompiendo reglas, improvisando, generando nuevas formas», dijo Scher. El encuentro, realizado de manera presencial en la librería Vuelo al Sur, estuvo atravesado por la emoción desde el comienzo.
Parte de lo que se vivió esa tarde se conectó con la obra fotográfica Solo el Pueblo, de Jorge Boido, cuyas imágenes retratan murales maradonianos en diversas ciudades del país. Solo el Pueblo es una muestra que refleja la esencia de Diego, esa coherencia que sostuvo a lo largo de su vida.
En palabras del propio Boido: «Cada mural tiene un hilo conductor que recuerda a ese Maradona rebelde y solidario, que no temía enfrentarse a los poderosos. Estas intervenciones reflejan la esencia de Diego, esa coherencia que sostuvo a lo largo de su vida. Diego es un dios de barro, el más humano de los dioses, que nunca se olvidó de los suyos».
Un pequeño muestrario de esta muestra fue exhibido en las paredes del salón donde transcurría la primera clase de este segundo ciclo de la cátedra. La muestra recorre a lo largo y ancho del país, visitando diversas ciudades y registrando, a través de su lente, más de 1500 murales dedicados a Diego Maradona. Estas imágenes ayudaron a crear un ambiente único de reflexión y emoción, invitando a los presentes a vivir el encuentro maradoniano desde la mirada del pueblo.
Gentileza Jorge Boido
Durante la charla se cruzaron lecturas de Osvaldo Ardizzone, referencias a Homo Ludens de Huizinga, evocaciones a Cortázar y esa necesidad de «volver a decir todo de nuevo». Diego fue leído como un acontecimiento más que como un personaje. Se habló del gol a Inglaterra no como una hazaña deportiva, sino como síntesis de una disputa simbólica más grande, que todavía duele.
No se trató de explicar a Maradona, sino de habitarlo. Uno de los participantes compartió una frase que lo sintetiza: «Yo me fui a llorar al baño. No lloraba por si moría Maradona, sino por lo que representaba. No tenía ni ganas de mear». Ese tipo de emociones, lejos de quedar afuera, son el motor del proyecto. No para congelarse en la nostalgia, sino para seguir generando sentido, pensamiento, resistencia. Como si el corazón roto también pudiera enseñar.
La Cátedra Maradoniana es, efectivamente, una cátedra libre: un espacio formativo, horizontal y profundamente afectivo que invita a pensar colectivamente desde su figura. Este año, además, cuenta con un espacio de formación digital, un campus de consulta académica donde los docentes subirán materiales audiovisuales, entrevistas y más contenido de consulta. La plataforma también ofrece este año un foro de consultas e intercambio, donde los participantes podrán compartir sus reflexiones, dudas y contribuciones, extendiendo el alcance del proyecto a toda la comunidad maradoniana.
Dentro de la revista digital Meta, Sentidos en Juego surgió Diegología, una sección que funcionó como laboratorio de ideas y emociones donde el fútbol, la literatura, la política y la vida barrial se cruzan con el ídolo. Desde ahí se fue gestando la cátedra como una experiencia más estructurada. Un colectivo de docentes, militantes, estudiantes secundarios y universitarios —muchos con recorrido en la educación popular y el trabajo territorial— comenzó a preguntarse cómo generar espacios de formación centrados en el deporte social comunitario. Diego se volvió entonces una brújula posible para leer los dolores y las esperanzas del pueblo, como si cada gol suyo activara nuevas preguntas sobre la patria.
Gentileza Jorge Boido
El equipo de la Cátedra Maradoniana
El equipo de trabajo está formado por educadores populares, periodistas, artistas. Muchos vienen del territorio, de las escuelas, de los clubes de barrio. Y eso se nota. «Somos un colectivo que se anima a preguntarse por él desde muchos lugares«, dice Fabián. «Porque Diego no es solo fútbol. Es disputa simbólica, es memoria, es política, es dolor y es ternura».
En tiempos donde los íconos populares son desfigurados o banalizados, la Cátedra Maradoniana se planta como una forma de militancia cultural. Un gesto de amor y pensamiento. Una apuesta a que pensar también puede ser una forma de abrazar. Diego no es pasado. Es presente que late, es futuro que interpela. Y mientras haya quienes lo piensen desde el barro y con el corazón abierto, seguirá apareciendo en cada mural, en cada frase suelta, en cada clase que se anime a invocarlo sin miedo a emocionarse.