Un viaje hacia la flora nativa de la estepa patagónica
- May 22, 2025
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Botón de oro, tomillo de la estepa, quilimbay o calafate son apenas algunas especies de la flora de la estepa patagónica que atrae a los nacidos y criados
Botón de oro, tomillo de la estepa, quilimbay o calafate son apenas algunas especies de la flora de la estepa patagónica que atrae a los nacidos y criados
Botón de oro, tomillo de la estepa, quilimbay o calafate son apenas algunas especies de la flora de la estepa patagónica que atrae a los nacidos y criados aquí y a los que se asoman al mundo vegetal por primera vez para conocer sus bondades e historias. El otoño trae los primeros fríos, heladas y lluvias y en el Corredor de la Ruta Azul patagónica, donde la estepa encuentra su final junto al mar, y el paisaje árido se vuelve monocolor.
En Caleta Olivia, Santa Cruz, hay senderos estudiados y relevados donde es posible ahora mismo ver flores, las silvestres de la flora nativa y hasta exóticas, algunas más apichonadas y otras como si fuera plena primavera o el verano como “una planta de calafate que vimos esta semana”, le dice a Tiempo, Mirna “Bequi” Bermúdez. Ella es guía de turismo universitaria y técnica en biología marina y despliega estos talleres de interpretación que duran tres meses. Con lupa y cámara de foto en mano recorre con la gente distintos senderos y ambientes naturales para conocer en detalle cada especie y hasta recolectar semillas y germinarlas.
Para Bequi, la vida está siempre junto a la naturaleza y el año laboral. Es lo que combina entre la villa turística de El Calafate y su ciudad junto al mar, Caleta Olivia. Pero confiesa: “Me puedo ir a El Calafate, es majestuoso, con el glaciar, pero mi corazón está en el campo. Mi pasión siempre fue la estepa. Lo siento así desde chica”.
Siempre talló propuestas junto a su mar, ese océano que baña el litoral marino costero de su provincia y en especial actividades simples para realizar con la riqueza de su propio lugar pensado y diseñado para todos los que quieren redescubrir su ambiente, su ciudad, su espacio y su riqueza natural.
Mientras el otoño es la temporada baja tanto en la villa turística internacional famosa por los glaciares como en el litoral marino costero santacruceño, para Bequi no es excusa para detener el senderismo ni las propuestas de actividades junto con la naturaleza. “Lo que estoy haciendo con modalidad teórico y práctico que tiene un encuentro de una vez por semana de dos horas, donde vemos temas relacionados a la flora, la flora nativa, exótica, cosmopolita, hierbas, arbustos “, sintetiza la naturalista que en su taller trabaja en espacios periurbanos de Caleta Olivia, a unos 10 km del ejido urbano con senderos donde se identifican a las especies, cómo es la hoja y la flor y qué tipo de fruto tiene.
En este marco, una de las clases se dedicada al cambio climático. “Lo traspolamos a todos los cambios que están sucediendo en la flora local, la que vemos todos los días o mismo cuando hacemos las salidas de campo”, contó Bequi Bermúdez. Y resaltó que “hay plantas que están floreciendo y no es la época, por ejemplo encontramos calafates que están florecidas en mayo, imposible eso, pero es un hecho, lo vemos. Son cuestiones que están sucediendo a causa de nada, del famoso cambio climático, es una de las cosas que estuvimos debatiendo justamente en las clases. Otras especies florecen prácticamente todo el año como esta que es la que nosotros –en el taller– recolectamos los frutos y semillas, la Grindelia chiloensis, con ese botón de oro y que le da el nombre popular. Lo vamos viendo cuando hacemos las salidas de campo, es muy interpretativo el taller: todo lo que ves en las clases teóricas después lo volcás y lo experimentás en el lugar”, señala.
Las salidas se desarrollan siempre en diferentes lugares para comparar las variadas especies que se ajustan, se adaptan a diferentes condiciones de entorno. “Hay suelos que tienen una composición más de arcilla, más de material suelto, pedregoso, y hay otras que crecen en suelos que son muy salinos, muy salitrosos, como la salicornia. Acá tenemos todos estos espacios geográficos, tanto los suelos pedregosos, arenosos, como también los que son extremadamente salinos”, dijo.
Fue en una de las salidas donde se recolectaron “cabezuelas de Grindelia chiloensis”. Esa es la especie más conocida como botón de oro. “Recolectamos esas cabezuelas, luego separamos frutos y semillas del resto de la planta, esas semillas las dejamos unos 12 días para que puedan secarse completamente para poder plantarlas y que germinen. El lunes pasado hicimos la experiencia de las plantaciones de esta especie y dentro de unos 20-30 días, si todo va bien y la semilla está óptima, vamos a tener las primeras germinaciones”, contó.
Recorrer, relevar, observar y recolectar es parte de la dinámica. También aprender sobre las propiedades y usos de la flora local es parte del universo de la propuesta que impulsa Bequi Bermudez. “La gente se asombra mucho, sobre todo cuando se detiene y observa, una cosa es caminar y pasar por el costado. Otra cosa es caminar, detenerte y mirar con atención”, dijo.
Durante el último año, la guía de turismo desarrolló junto con un biólogo un trabajo de relevamiento que quedó plasmado en la primera edición de “Flores del Nordeste de santa Cruz”. Ya se está editando la segunda edición que promete a fin de año sumar nuevos trabajos de relevamiento y material de interés.
Famosa por recibir a sus visitantes con la escultura gigante del “Gorosito”, un homenaje al trabajador petrolero, Caleta Olivia también despliega sus atractivos como la gastronomía con los frutos de mar y hasta cervecería artesanal. En los últimos años sorprendió que frente a sus costas pasan unas nueve especies de ballenas y hasta hay un proyecto para que sea Ciudad de Las Ballenas. Mientras tanto, en esta región la vitivinicultura extiende su producción por cuanto hace unos cinco años que los espumantes “Del Golfo”, con otra pasión de multitudes.