July 4, 2025
Entretenimiento

Todos los sonidos son políticos

  • June 1, 2025
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Daniel Melero termina de sentarse a la mesa en el bar, el pedido todavía no llegó, casi ni da tiempo a prender el grabador porque ya ya ya,


Daniel Melero termina de sentarse a la mesa en el bar, el pedido todavía no llegó, casi ni da tiempo a prender el grabador porque ya ya ya, al comienzo de la conversación, dispara: “Al final, todos los sonidos son políticos. Hay una narración del día político en cada sonido. Lo que se percibe es cómo todo funciona en base a una suposición de acuerdos entre muchos. Es una esfera de una supuesta confianza social”. Que los sonidos son políticos es uno de los fundamentos de la estética meleriana. Su forma de ver el mundo. O, más bien, de oírlo. Como una especie de Funes el Memorioso del audio, este artista va por la vida escuchando un ritmo o partes de potenciales canciones allí donde el resto de los mortales seguramente encontrarían ruido. Lo dijo más de una vez: el tipo vive en la música. “Debe tener que ver el punto de vista de mi mentalidad al observar las cosas. Conozco el flujo de la ciudad, sus movimientos y sus cargas de sonido, y también las excepciones”. Entonces la charla se interrumpe porque llegó el whisky y además hay que hacer las fotos.

La autopoiesis es la facultad de los sistemas de producirse a sí mismos. La membrana plasmática, componente activo en la autopoiesis, es lo que separa el interior de la célula del exterior. Por esa manera que tiene su mente de funcionar, Melero relacionó el hallazgo de un cassette con unos demos que grabó en el año 1989 con estas definiciones provenientes del mundo de la biología. Membrana –editado el año pasado en vinilo y a comienzos de éste en plataformas– es el eslabón perdido entre Conga (1988), su primer disco solista tras años al frente de Los Encargados, y Cámara (1991), el álbum que grabó en Los Ángeles con Gustavo Cerati y Diego Tuñón, quizás sus colaboradores más sobresalientes de una lista interminable. Se trata de un proyecto en estado larvario, una pieza que contiene una serie de brotes, embriones, esbozos, borradores. Células. Muchas de ellas lograron más tarde reproducirse y aparecer en otros álbumes: autopoiesis de ese gran cuerpo que es su obra. Siempre en expansión.

A Melero le gusta decir que cada material nuevo que lanza es una opinión sobre el momento en que lo produjo. Ultracrómático, editado también en 2024, es un claro ejemplo de eso. Un disco con una crudeza y una ironía que saltan desde tracks extrañamente embebidos de actualidad como “Gente OK” –un rock entre velvetoso y rolinga que dice, entre otras cosas, «nadie va a quitarme el derecho a ser un idiota completo»– o “Sicofantes” (ver recuadro). Y aunque en general prefiere brindar esas opiniones de manera lateral, abstraerse y señalar sin hacer una representación literal de las cosas que percibe, aquí sorprende con un mensaje que aparece con bastante nitidez.

Es compositor, productor e intérprete. Con una curiosidad inagotable, se dedica a mirar ahí donde en general no se ve. Siempre cuenta que cuando escucha música nueva, le presta atención a lo que el artista no está haciendo, porque entiende que ahí reside el estilo. ¿Qué le pasa hoy al enfrentarse a Membrana, una grabación que en su momento decidió no mostrar? “¡Es un registro de lo que hice y no hice! –celebra–. Pone una completud. La perspectiva que nos da este poco tiempo que duramos lo pone en un lugar diferente de cuando estaba ahí, al lado del material”.

–¿Te parece que existe una conversación entre Membrana y Ultracromático?

–Creo que la conversación que se puede establecer es que los dos son discos de Melero. Las de Membrana son opiniones que en el momento descarté. Pero, al mismo tiempo, elegí hacer esos temas. Es terrible, ¡una hermosa neurosis! Existe esta idea de que en todos los discos hago algo diferente, pero yo no noto que no se vea que en todos los casos se trata de mi estilo. No importa lo que enfoco en ese momento, eso es pensarlo desde la supuesta música, o desde cómo está catalogada. Las composiciones de Membrana por momentos son mínimas: una caja de ritmos, una línea de bajos y un tipo que canta.

–¡Y las indicaciones que te das a vos mismo!

–Eso es un detalle que es muy interesante del demo, que yo entré en una simulación de estar en un estudio con técnico, y estaba en una habitación solo. Me acuerdo de esa decisión, que fue estética. Y creo que está bien hecha la simulación. Podría llamarse conversaciones conmigo mismo.

–De alguna manera, es una conversación entre tu vos más joven y tu vos de hoy.

-Un joven muy siniestro, por momentos (risas).

“Mirar para atrás fue interesante y gratificante, pero también es gratificante lo otro. Estar con lo nuevo y con lo otro, del pasado que era nuevo. Producir un microuniverso de información que por ahí brinda alegría”. 2024 fue también el año de la edición de Incierto y sinuoso (Caja Negra), una autobiografía escrita junto a Mariano Vespa. Fueron situaciones que lo pusieron a mirar hacia el pasado (el libro, una posible reconstrucción; el disco, algo que quedó suspendido, que conserva el grano, la mácula, el ruido a cinta, un estado de ánimo que no envejeció), pero el músico prefiere siempre estar enfocado en el presente. Su decisión, como los sonidos, es política: “Yo no vivo aferrado a ninguna época. Muchas veces, se te valora por el pasado. Yo nunca fui un tipo que estuvo en el mercado sonando, sólo eventualmente y con colaboraciones. Pude organizar mi vida alrededor de poder hacer cosas que quiero. Hoy, cuando termine esto, voy a subir a escuchar música que tengo pendiente, cosas nuevas que me interesan. Música africana, tecno totalmente avant garde que quizás después no se traduce en mis discos. La gente no tiene tiempo para esto, y tampoco lo haría. Tengo un enojo con la especie humana en general, con cómo funcionamos, con la ausencia de curiosidad. Nadie googlea lo que no. ¡Y Google tampoco quiere que lo hagas! Está todo muy organizadito, ¡es hermoso! (risas). Entonces te mejora la experiencia. Y tenés que tener la misma toda la vida”.

La colaboración como forma de arte. La producción como herramienta para componer. Evitar el retro. No parecerse a lo que suena ahora. El error como estrategia. Esa obra que es Melero, su música y todos sus discursos alrededor de lo que hace (¡y lo que no hace!) forman un todo que parece reproducirse siempre en un perfecto caos: “Al caos lo veo como continuo nuevo orden, siempre cambiante. Igual mi obra no siempre tiene que ver con ese caos. Generalmente está todo invadido, aunque sea de manera leve, por la selección de la mente. Yo tengo sesiones en las que guardo todo lo que pasó después o antes, pero todavía no soy tan valiente como para publicarlas. En Ultracromático hay algo de eso, llevar todo a un estado en que no haya un objetivo. Cada vez lo hago más. Estar elaborando sin que tenga que ser una cosa. Donde empiezo a ver eso, lo abandono. Trato de mantener la cosa siempre en proceso.”

Lo que describe es una actitud, en sus términos, rockera, siempre que entienda al rock como aquello que se dedica a interrumpir el discurso. Aunque reconoce que últimamente se ha transformado en un desafío: “Interrumpir el discurso de los medios es difícil porque es difícil que hoy se vean afectados por una diferencia. Lo que yo pido es que alguien la imagine, en todo caso. Yo no estoy para resolver todos los problemas. Creo que mi música rompe ese paradigma y creo que soy uno de los pocos que tal vez se expresan en ese sentido. El rock no tiene que pertenecer a. Es una utopía personal, pero en su momento, cuando el rock llenaba pequeños teatros en la década del ’60, ’70 y hasta los ’80, cometió el gran error de pensar que con tan poco podíamos lograrlo. A mí me dicen que imaginé cosas del futuro, pero no imaginé el disgusto de vida de hoy, disfrazado de alegría. Tampoco fue mi meta en la vida ser feliz. Más que nada, creo en permanecer interesado”. «

¿Cuándo?

Daniel Melero se presentará el sábado 14 de junio en Casa Babylon, Blvd. Las Heras 48 (Córdoba). Y el viernes 27 de junio en el Teatro El Cubo, Zelaya 3053 (CABA).

Discos para tergiversar y producir emoción

Sicofante es un término que se usa para describir a personas despreciables, aduladoras, ventajeras, alcahuetas. La letra de la canción “Sicofantes”, incluida en Ultracromático, dice: “Lo peor del imperio son los sicofantes / Denunciantes, activistas, delirantes / El sistema no es tu amigo / Quiere ser tu ilusión y tu sentido / La cultura no te quiere, sólo te infiere / Nutren ambiciones cerca del poder / Viven del drenaje, sicofantes”. Una declaración bastante alejada de la lírica habitual de Melero, que generalmente prefiere abrir sentidos, más que obturarlos: “Podríamos decir que fue un fenómeno de emotividad que decidí no controlar. Porque forma parte de algo que justamente es lo que no haría. Decidí que era interesante, sobre todo poéticamente. ‘Sicofantes’ es una de mis canciones favoritas en muchos años”.

–¡Una canción de protesta!
-Absolutamente. Basándome en un fenómeno. Vi el reflejo histórico de la actividad de los genuflexos ante el poder. El poder por el poder. Y me resultó inevitable. La melodía del tema tiene un dramatismo que me pareció que encajaba. La letra la fui improvisando en el estudio, de acuerdo a lecturas que tuve.
–¿Tiene que ver con la coyuntura del país?
–Sí, por eso la publiqué. Si no, la hubiera guardado como algo que me interesaba. Tengo distintos tipos de carpetas en mi computadora. Hay una que es «No me animé a tirarlo»; otra, «Legajo para el futuro», que son cosas que en el momento no logré hacer encajar. Supongo que en otro momento hubiera ido a parar ahí, pero me pareció que era demasiado: que tenía que mostrarlo.
-En Incierto y sinuoso, decís “Prefiero entender al disco como una maniobra hacia la libertad, un modo de desincronizar, de tergiversar, de producir una emoción”. La palabra libertad aparece como una constante en tu discurso, hasta le dedicaste una canción (“Libertad”, en Travesti). ¿Cómo te llevás con el uso que se le está dando últimamente al término?
–La uso mucho pero también tengo muchas críticas, eh. Las palabras, como la música, son las mismas siempre. Lo que pasa es que se tergiversa su sentido. Como el sonido, que también se tergiversa ante las acciones políticas y termina siendo partícipe necesario. Inclusive para el sensacionalismo, el sonido encontró el mejor socio. La libertad es un paradigma que involucra demasiado la posibilidad de tenerla. O que vas a poder lograrla con gran esfuerzo. Entonces significa que no es tan libre. Para mí, el valor superior a la libertad es la fraternidad. Por encima de todo está la fraternidad. Que sea sólo la libertad es negar lo más profundo que queremos que sea el ser humano, porque no lo somos.

Daniel Melero – Membraba

  1. «Amor difícil».
  2. «Andando en la luz fría».
  3. «Fragancia».
  4. «Deseo».
  5. «La alianza».
  6. «Quién sos».
  7. «Todo es Igual».
  8. «Pr omesas».
  9. «Santería».
  10. «Verte».
  11. «Revelación final».

Daniel Melero – Ultracromático

  1. «Allá».
  2. «Mente».
  3. «Angustia en la interfaz».
  4. «Portal en la sala».
  5. «Gente OK».
  6. «La madre de Godzilla».
  7. «El regreso de Dimorphos».
  8. «Especial espacial».
  9. «Distante».
  10. «Cine clandestino».
  11. «El vigía».
  12. «Sicofantes».



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