Sin estrellas pero con un equipazo que ya entró en la leyenda: un bestial PSG
June 1, 2025
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A ojos argentinos, la final de la Champions League 2025 tenía un favorito del corazón: el Inter, de Italia. Mucho por Lautaro Martínez, claro, pero también porque el
A ojos argentinos, la final de la Champions League 2025 tenía un favorito del corazón: el Inter, de Italia. Mucho por Lautaro Martínez, claro, pero también porque el Paris Saint Germain siempre será recordado como el equipo en el que Lionel Messi fue destratado por única vez en su carrera (aunque además le pasó en el final de su paso por el Barcelona) en medio de las cada vez más tirantes relaciones deportivas entre Argentina y Francia. Es cierto que Ángel Di María fue despedido con honores por la hinchada parisina y que en el equipo francés también dejaron un excelente recuerdo Javier Pastore y otros compatriotas, pero resultaba difícil que los espectadores argentinos tuvieran simpatía por un club francés que, además, se le parece mucho -en verdad lo es- al brazo deportivo de un Estado, el qatarí. Y sin embargo, bastó con comenzar a mirar la final en Munich y advertir que el PSG era un equipo que, minuto a minuto, regalaba un show de fútbol que entraba en la historia en vivo y en directo.
Las estadísticas sirven en el deporte porque dan un contexto. Y entonces, basta con mirar en Wikipedia (o preguntarle a la Inteligencia Artificial, pero sacándole las recomendaciones de videos y gráficos para al menos cuidar las formas), para recordar que nunca una final de Europa había terminado con cinco goles de diferencia. Que, además, pudieron haber sido más: el PSG pudo haber ganado 6-0 o 7-0 al Inter. El PSG rompió los récords vigentes. El recuerdo más cercano, para los cuarentones, era un 4-0 mítico del Milan al Barcelona en 1994. Un poco más atrás, otro 4-0 también del Milan, al Steaua Bucarest, en 1989. En la década del 70 sobresale otro 4-0, del Baryern Munich al Atlético de Madrid. Y ya en 1960, un 7-3 del Real Madrid al Eintracht Frankurt. Pero nunca hubo un 5-0. Y posiblemente no volverá a haberlo.
El arquitecto de este equipo es Luis Enrique, el técnico español, que ya había ganado una Champions League con el Barcelona en 2015, la última de Lionel Messi en aquella delantera con Luis Suárez y Neymar. Desde la llegada de los fondos qataríes, en 2012, el PSG se aburrió de ganar títulos locales, pero le faltaba su primera estrella europea: en 2020 se había quedado en las puertas ante el Bayern Munich. De hecho, con el título de este sábado, sólo Berlín, Roma y Moscú quedan como capitales europeas sin equipos que hayan ganado la Champions.
El PSG ya había ganado este año la liga francesa y la Copa de Francia pero recién con el 5-0 ante el Inter, con una superioridad nunca vista en una final de Champions, cumplió lo que el mundo del fútbol creía que lograría antes. El triunfo del PSG es también el triunfo de un equipo colectivo por sobre las individualidades. El equipo parisino contó con Messi, Di María, Neymar, Zlatan Ibrahimovic y Kylian Mbappé pero recién se consagró campeón cuando no tuvo ningún genio. El mundo del fútbol siempre veía con desconfianza al PSG, como si fuese un equipo frío y ficticio, pero la exhibición de ayer será inolvidable.
Un PSG colectivo
La figura de la final fue Vithina, un mediocampista portugués de 25 años. Ni siquiera convirtió goles acaso su jugador de mayor renombre, el delantero Ousmane Dembelé. Sin embargo, poco a poco, el PSG -que ya se había cargado a tres equipos de la Premier League en los playoffs, Aston Villa, Liverpool y Arsenal- pasó por encima a un Inter que llegaba con el ánimo por los cielos tras la heroica clasificación ante el Barcelona, acaso el gran favorito.
El primer tiempo terminó 2-0 con los goles del marroquí Achraf Hakimi a los 12 minutos y del joven de 19 años Désiré Doué, a los 20. Ya en el complemento, el propio Doué, el georgiano Khvicha Kvaratskhelia y Senny Mayulu marcaron el 5-0. Sin argentinos, el aporte sudamericano del PSG quedó en manos de dos defensores, un ecuatoriano que ya está en la historia, William Pacho (el primer jugador de ese país en ganar la Champions), y del capitán brasileño Marquinhos, que llegó en 2012 al PSG y cerró una parábola feliz.
Si el fútbol siempre miró con desconfianza al PSG, el Inter quedó bajo la lupa tras una final penosa. Lautaro Martínez quedó desconectado, como el resto de su equipo. «Hay que hacer el duelo y felicitar al rival. Llegamos a dos finales en los últimos tres años, así que orgulloso de eso», dijo el argentino, en referencia a la oportunidad perdida en 2023 ante Manchester City.
La emoción doble (o triple, o quintúple, o de mil veces más) fue que Luis Enrique festejó con una camiseta dedicada a Xana, su hija fallecida cuando tenía 8 años, en 2019. También la hinchada parisina mostró una bandera con una niña con el número 8 y su nombre. El propio Luis Enrique la recordó con emoción luego de un partido inolvidable.