Murió el actor y director René Bertrand. La noticia, confirmada por la Asociación Argentina de Actores, conmocionó al mundo artístico. Tenía 53 años y estaba internado en un sanatorio de la Ciudad de Buenos Aires, donde falleció como consecuencia de una afección ósea que venía deteriorando su salud desde hacía un tiempo. La despedida de familiares, colegas y seguidores no tardó en manifestarse con palabras de cariño, recuerdos y homenajes.

Hijo de dos figuras del espectáculo argentino —la actriz María Rosa Fugazot y el actor César Bertrand—, René creció entre bambalinas. A los 20 años ingresó al Conservatorio Nacional de Arte Dramático, donde se formó en teatro clásico, dramaturgia y actuación. Poco después, empezó a trabajar en televisión. Su primer gran reconocimiento llegó en los años 90 con su participación en Amigos son los amigos, y luego se consolidó en ciclos populares como La peluquería de Don Mateo, Polémica en el bar, Los secretos de papá y Casados con hijos, entre otros.

Bertrand y el teatro

En paralelo, desarrolló una intensa actividad teatral, en especial en el circuito del teatro de revista, donde brilló como actor y también como director. Durante años encabezó espectáculos en Mar del Plata y Buenos Aires, y supo combinar el humor físico con una sensibilidad muy particular para el timing escénico. “El humor es un acto de amor”, solía decir en entrevistas, dejando entrever una ética del trabajo que le valió el respeto de sus compañeros y del público.

René estaba casado con la actriz Belén Giménez, con quien tuvo dos hijos: Sofía y Franco. En redes sociales, colegas como Gustavo Sofovich, Mariano Iúdica, Marcelo Polino y Nazarena Vélez expresaron su dolor y recordaron su generosidad, su entrega profesional y su particular sentido del humor, ese que podía iluminar cualquier ensayo o camarín.

Comprometido con su oficio

Aunque no siempre ocupó los titulares de los medios, René Bertrand fue un actor comprometido con su oficio, un heredero de la tradición popular que supo aggiornarse sin renunciar a su esencia. Su muerte deja un vacío en el mundo del espectáculo, pero también un legado de pasión, entrega y alegría. “Lo que importa no es el aplauso del final, sino lo que diste en cada función”, dijo alguna vez.