El faraón que juega a ser Moisés
- August 6, 2025
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En la mayoría de sus discursos, el presidente Javier Milei hace referencias bíblicas para tratar de explicar el sentido de su gestión. Recurre con frecuencia al Antiguo Testamento
En la mayoría de sus discursos, el presidente Javier Milei hace referencias bíblicas para tratar de explicar el sentido de su gestión. Recurre con frecuencia al Antiguo Testamento
En la mayoría de sus discursos, el presidente Javier Milei hace referencias bíblicas para tratar de explicar el sentido de su gestión. Recurre con frecuencia al Antiguo Testamento (quizás, por su adscripción al judaísmo y, con seguridad, para esquivar los planteos de justicia social del Nuevo testamento). Por lo general, hace particular mención al libro del Éxodo y el rol del «jefe» que le otorga a Moisés. Él vendría a ser Aaron, el hermano de Moisés, que tendría el rol político frente al pueblo de Israel esclavizado en Egipto, comandado por un faraón.
En esos textos, se cuenta que tras una fuerte hambruna, los israelitas encontraron en Egipto una nueva vida, en tierras de buena calidad que fueron otorgadas por el faraón, dado su especial vínculo con José, quien ejercía como funcionario en Egipto. Muerto este faraón, los herederos vieron en el pueblo de Israel una amenaza que debía ser neutralizada.
Por esa razón, el nuevo faraón manda a asesinar a todos los hijos recién nacidos en familias israelitas y someten al pueblo a trabajo forzado en la producción de ladrillos, quitándoles las tierras de gran calidad en las que vivían. Moisés, recién nacido, es depositado en un canasto y tirado a navegar por el río Nilo, para sobrevivir a la Masacre.
Las medidas del faraón esclavizan más y más al pueblo judío, situación que empeora y se profundiza. Son obligados a cada vez más horas de trabajo para obtener la misma recompensa, cada vez más reprimidos por denunciar o confrontar con la injusticia y la crueldad del faraón para con su pueblo. En este contexto, cuatro décadas después, el Moisés adulto, criado por la realeza egipcia, vuelve con su familia.
Si uno intenta comparar la realidad argentina actual con esos pasajes bíblicos -como hace el presidente-, Javier Milei y su bandita cumplen a la perfección el rol del faraón y su séquito: por un lado, condenan a nuestro pueblo a sumar horas de trabajo para obtener el mismo alimento -o menos-, con un gran aumento de esfuerzo físico para poder sobrevivir; y por otro lado, reprimen y persiguen a quien tenga el atrevimiento de levantar la voz frente a la injusticia de las decisiones gubernamentales.
Los números de la crueldad son claros: el consumo en alimentos ha descendido aproximadamente un 15% en lo que va de su gestión, quienes no se quedaron sin empleo tienen múltiples trabajos para poder subsistir, los jubilados y jubiladas reciben ingresos que no alcanzan ni para una comida diaria y se ven forzados a changuear o pedir ayuda a sus familias para comer, si no es que simplemente toman un mate cocido para llenar la panza.
Los ingresos de casi la totalidad de trabajadores y trabajadoras argentinas están en caída desde la llegada del Faraón Milei, casi el 20% de los trabajadores industriales están recibiendo sueldos por debajo de la línea de la pobreza, y la totalidad ha perdido más del 30% de su poder adquisitivo. La informalidad avanza a pasos agigantados volcando a más y más familias a inventar su propia fuente de ingresos casi exclusivamente para la subsistencia.
Liquidaron de un plumazo toda la política destinada a fortalecer los ingresos y derechos de trabajadores de la economía popular, dejando a un amplio sector de la sociedad a merced del delito y la narcoestructura. Desde la llegada del Faraón sólo aumentó la explotación, la violencia y las drogas.
Ahora, quisiera alertar de algo, ya que estamos en la onda bíblica me gustaría hacer de Lot, quien fue alertado por ángeles enviados por Dios del castigo que recibirán Sodoma y Gomorra. Y este castigo al pueblo, ¿para quién es? ¿Para quién gobierna el faraón? No gobierna para el pueblo esclavo, sino para su corte de nobles y especuladores.
Mientras el consumo de alimentos y productos de primera necesidad toca récord de caída, lo que alcanza su máximo histórico de aumento es la venta de autos de alta gama (desde el año ´95 que no se ve un aumento tan brutal en la venta de autos de lujo). Para que se entienda fácil: mientras tu salario se desploma, el del 1 por ciento más rico de la Argentina se dispara.
Le perdonan los impuestos a los súper ricos, a los multimillonarios, a los dueños del país —alrededor de 12 mil personas favorecidas con la reducción en ganancias, bienes personales y beneficios en la especulación financiera—, mientras vos te rompés el lomo para pagar el IVA de los fideos. A esto, podemos sumar la baja de retenciones para el sector agroexportador, otro regalo para los que siempre ganan
Este modelo del descarte arranca desde los márgenes, donde la política exterior ha devastado los ingresos de esos sectores (la apertura de importaciones destrozó el sector cartonero, rural y textil), han cortado la asistencia alimentaria a comedores y merenderos, están en proceso de destrucción de la política para combatir el consumo de drogas en barrios populares, han frenado la política de acceso a servicios en villas y asentamientos.
Todo esto a la vez que en su batalla de ideas predican con la crueldad hacia quienes más necesitan. Arranca por los excluidos, pero alcanza a todos los sectores, salud, educación, jubilados, industriales, servicios. El egoísmo y el individualismo son los sentimientos que se promueven desde las más altas esferas del estado.
La corrupción a cielo abierto, comprando voluntades en el congreso y en los medios de comunicación, o el caso Libra y el negocio para amigos en el mercado financiero aumentan a pasos agigantados. Los más ricos ganan más y los más pobres profundizan su pobreza.
Ya que al Presidente le gusta la Biblia, debería leerla completa. El Génesis nos cuenta cómo Dios le advierte al pueblo que sus pecados —la avaricia, el egoísmo, el desprecio por el humilde, la falta de ayuda al prójimo y la persecución al extranjero— estaban pudriendo todo y que, de continuar en ese camino, Sodoma y Gomorra desaparecerían frente a una lluvia de fuego.
Si usamos la Biblia como referencia, no estamos yendo hacia la Tierra Prometida, nos estamos acercando más al castigo de la ira de Dios que al éxodo liberador de los pueblos.
Este 7 de agosto, día de San Cayetano, patrono del pan y el trabajo, los trabajadores y trabajadoras formales y de la economía popular nos movilizamos para advertirle al faraón Milei que el caos y la tragedia son el único final posible de su proyecto de entrega y crueldad.
«Cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían«, Éxodo 1:12.