October 20, 2025
Politica

la eutopía de la Patria liberada

  • October 17, 2025
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Cada 17 de octubre vuelvo a mirar la historia con el mismo asombro con el que miles de argentinos miraban a la Plaza de Mayo en 1945. Aquella

la eutopía de la Patria liberada


Cada 17 de octubre vuelvo a mirar la historia con el mismo asombro con el que miles de argentinos miraban a la Plaza de Mayo en 1945. Aquella no fue solo una movilización popular, fue el nacimiento de los dos principales sujetos políticos que hasta hoy rigen la política argentina: el peronismo y el antiperonismo. El subsuelo de la Patria, la clase trabajadora, se sublevó exigiendo la liberación de Juan Domingo Perón y sellando así un pacto de lealtad inquebrantable. Esa lealtad no era sólo a una persona: era a un proyecto de país que representaba la idea de una Patria justa, libre y soberana.

En ese gesto, en ese grito popular, nació una conciencia colectiva que transformó para siempre al país. Las propias palabras elegidas por Perón al dirigirse a aquella multitud nos permiten definir el contenido y el alcance del suceso. En ese breve discurso (pensado por el General en los minutos que ganó al pedirle a la masa que lo aclamaba en la Plaza que cantara el Himno Nacional) hay dos puntos centrales que definen la doctrina de nuestro movimiento.

El primero es el interlocutor que elige Perón: “trabajadores” fue lo primero que aquel pueblo le oyó decir. Toda una definición del sujeto político que el peronismo vino a sentar en la mesa de discusión del poder en la Argentina.

El segundo está en la afirmación del General al proclamar “siento un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Patria”. La eutopía peronista, ese ideal de Patria que nos guía, solo es posible con un movimiento de trabajadores organizado y consciente de sus derechos. Por eso el peronismo hizo del sindicalismo la piedra basal del movimiento.

Pero también lo tuvieron claro los opositores a Perón al identificar en la persistente organización de los trabajadores la principal amenaza a los intereses de la oligarquía. Es por eso que en la extensa lista de crímenes que se anota el antiperonismo, las víctimas principales han sido trabajadores. La contrarrevolución del antiperonismo enfocó sus tanques, fusiles y bombas contra la conciencia de los trabajadores organizados. Encarnado ese odio de clase que llevó al Contraalmirante Arturo Rial a confesar que el derrocamiento a Perón “se hizo para que en este país el hijo del barrendero, muera barrendero». Hace ochenta años que luchamos contra ese odio. 

Nací un 17 de octubre en una familia donde la palabra compañero se pronunciaba con respeto, casi con devoción. Empecé a militar a los 13 años, en 2008, en el centro de estudiantes de mi escuela secundaria. Con Néstor y con Cristina la llama había vuelto a encenderse, retomando el camino de los sueños interrumpidos, devolviendo a la política su capacidad transformadora y enseñándonos que la historia se escribe con coraje. Éramos adolescentes que nos sabíamos parte de una historia que había comenzado mucho antes, y que continuaría después.

A 80 años del 17 de Octubre: la eutopía de la Patria liberada

Formo parte de una generación que vio a Néstor bajar los cuadros de los genocidas y que se sintió inspirada por la Juventud Peronista de los años 70, reivindicando e intentando honrar la lucha de los 30.000 compañeros desaparecidos. Elegimos militar, formarnos y organizarnos porque entendimos que el peronismo no era una nostalgia, sino una herramienta indispensable para construir el futuro que se merece nuestro pueblo. Un futuro que solo será posible si retomamos aquellas banderas que supieron levantar los trabajadores del ’45, la juventud del ’70 y los gobiernos populares del siglo XXI.

Aprendimos que la lealtad no es obediencia ciega: es coherencia. Es sostener las mismas banderas, aunque cambien los vientos. La lealtad también puede leerse desde aquella verdad que ordena “primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres”. No puede sacrificarse la lealtad a la Patria ni al Movimiento en el altar del personalismo. El propio General expresó que la lealtad debe ser “en ambas direcciones”: del Movimiento para con sus conductores, pero también de quienes conducen para con el conjunto.

Ochenta años después del 17 de octubre la Argentina enfrenta tiempos difíciles. La desigualdad crece, el odio intenta reemplazar la solidaridad, y los sectores concentrados de poder (coherentes, nobleza obliga) pretenden una vez más borrar la memoria, debilitar la conciencia de los trabajadores y volver a poner al pueblo y al Estado de rodillas frente al mercado y los intereses extranjeros. 

Nuestra generación de jóvenes peronistas no va a pedir permiso para soñar con una Argentina distinta. Entendemos que la política no es marketing, sino un proyecto colectivo. Creemos que la liberación de la Patria no es una consigna vacía: es una tarea urgente.
La historia nos dice de dónde venimos y nos recuerda a quiénes debemos representar. El desafío de nuestra generación es despojarnos de “posibilismos” y retomar la bandera de la liberación nacional. Porque nuestra lucha debe ser permanente: todos los días, en cada fábrica, en cada escuela, en cada club, en cada sindicato, en cada barrio. En un contexto de crisis estamos ante la posibilidad de elegir: resignación o esperanza. Nosotros elegimos la esperanza organizada.

Seguimos de pie porque sabemos que el peronismo no quedó relegado a los libros de Historia: es el movimiento que encarna la lucha por la liberación nacional. Como tal, mutará y se actualizará, pero mantendrá su vigencia en tanto esa tarea esté pendiente. Desde aquel 17 de octubre de 1945 el peronismo es el hecho maldito del país burgués. Es el eco de aquella plaza que no se apaga, el murmullo de millones que seguimos creyendo que otra Argentina es posible.

A 80 años del 17 de Octubre: la eutopía de la Patria liberada



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