May 17, 2025
Entretenimiento

En Estados Unidos estamos luchando duro por la democracia

  • May 15, 2025
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Robert De Niro no necesitó una película para conmover a Cannes. Bastó su presencia sobre el escenario del Grand Théâtre Lumière, donde recibió la Palma de Oro honorífica

En Estados Unidos estamos luchando duro por la democracia


Robert De Niro no necesitó una película para conmover a Cannes. Bastó su presencia sobre el escenario del Grand Théâtre Lumière, donde recibió la Palma de Oro honorífica por su trayectoria, para que el cine se volviera política, y la política, advertencia. A sus 80 años, el actor no esquivó el contexto: denunció el autoritarismo rampante en Estados Unidos, criticó a Donald Trump con nombre y apellido, y defendió el rol del arte como último bastión de resistencia frente a los fascismos del presente.

“En Estados Unidos estamos luchando duro por la democracia y el arte es una amenaza para los fascistas”, dijo De Niro, y esa frase, al mismo tiempo lapidaria y programática, se volvió instantáneamente el eje simbólico de la inauguración. El auditorio estalló en aplausos. Detrás de él, sobre el telón, brillaban los ecos de su carrera: Taxi Driver, Toro salvaje, El padrino II, pero también su compromiso público con causas progresistas, su activismo y su constante enfrentamiento con el trumpismo.

En Estados Unidos estamos luchando duro por la democracia
De Niro también recibió cibió la Palma de Oro honorífica.

El actor hizo referencia directa a la reciente autoproclamación de Trump como presidente del Kennedy Center for the Performing Arts, luego de destituir a todos los integrantes designados por la administración Biden. “Un presidente filisteo”, lo llamó De Niro, y enumeró además los recortes presupuestarios a las artes, las humanidades y la educación, así como la imposición de un arancel del 100% a las películas extranjeras. “Todo esto es parte de un plan más amplio para sofocar la cultura y controlar el pensamiento”, aseguró.

El Festival de Cannes, siempre permeable a los vientos ideológicos de época, eligió no esconder la tensión política bajo la alfombra roja. La ceremonia de apertura incluyó también un potente discurso de Juliette Binoche, quien se refirió a los casos de abuso en la industria cinematográfica francesa, y aludió a la guerra en Gaza: “Los artistas no estamos al margen del mundo. Somos parte de su conflicto”. Cannes, al menos en este inicio, dejó en claro que el cine no es neutral.

De Niro cerró su intervención con un llamado directo a la acción: “Protesten, organícense, voten. No subestimen lo que está en juego”. Lejos de los protocolos suaves del tributo, su discurso funcionó como una alarma: si la cultura es una amenaza, es porque aún tiene poder. Y si el arte molesta a los fascistas, entonces todavía hay motivos para defenderlo.



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