July 7, 2025
Politica

el vientre de la rebeldía

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27 de mayo 2008Revista Los 70 En la tarde del 29 de mayo de 1969 “el general Jorge Carcagno, al mando del Regimiento 1 de Infantería Aerotransportada, ingresa

el vientre de la rebeldía


27 de mayo 2008
Revista Los 70

En la tarde del 29 de mayo de 1969 “el general Jorge Carcagno, al mando del Regimiento 1 de Infantería Aerotransportada, ingresa con paso gentil a la ciudad de Córdoba para recuperarla de manos de obreros, estudiantes y pueblo en general”.

Ese “paso gentil” que describe Juan Iturburu en su crónica del Cordobazo publicada en la revista Los ’70, condensa las contradicciones con que el gobierno del general Juan Carlos Onganía afrontaba la inesperada insurrección popular, dividido en dos alas nítidamente enfrentadas: la del propio Onganía, con sus delirios corporativistas y sus funcionarios ultramontanos, y la del general Alejandro Agustín Lanusse, portador de un proyecto de recambio que se apoyaba en el nuevo núcleo dinámico de la economía argentina, la industria automotriz, que cobró un peso decisivo con la radicación de las multinacionales del sector hacia fines de los `50.

La creciente fractura del poder político y económico realineó a la propia dirigencia sindical, entre la que se perfilaba el vandorismo, mejor vinculado a los cambios tecnológicos, que alentaba el desplazamiento de Onganía por Lanusse. Y las fuerzas políticas, en particular el peronismo, estaban atravesadas por el mismo conflicto de poder.

En Córdoba, las automotrices empleaban al 60 por ciento de los obreros industriales. Esas grandes fábricas, que trajeron los procesos de trabajo de sus matrices, modelaron el obrero fordista a imagen y semejanza del que fue protagonista de las rebeliones del Mayo Francés (1968) y el Otoño Caliente italiano (1969). Mismas multinacionales, incluso, como Fiat y Renault.

Junto con el estudiante de la universidad de masas, el obrero fordista de los 70 se erigía como un nuevo sujeto histórico que venía librando una tenaz lucha en el interior de la fábrica, tanto por sus reivindicaciones económicas como por la democratización del movimiento sindical.

Por otra parte, no es posible comprender el Cordobazo si no se repara la extensa huelga estudiantil de 1966, desatada por la intervención a las universidades que dictó Onganía, y la obstinada resistencia que le dio continuidad al conflicto a lo largo de 1967, con actos relámpagos en el centro y tomas esporádicas pero repetidas del barrio Clínicas.

Esa batalla dejó una valiosa experiencia de organización, métodos de lucha social y elevación de la conciencia antidictatorial que los trabajadores cordobeses hicieron suyos para proyectarlos después en el Cordobazo. El estudiantado cordobés, como el de Rosario, Corrientes y Tucumán, demostró que la lucha de calle era imprescindible para enfrentar a una dictadura que impedía cualquier tipo de participación política que no fuera confesional o corporativa.

Debates sobre el Cordobazo

Mucho se ha debatido si el Cordobazo fue una rebelión espontánea o planificada. Se ha dicho que Agustín Tosco (Luz y Fuerza) y Elpidio Torres (SMATA), principalmente, planificaron la jornada de lucha, luego de la célebre reunión que puso frente a frente al líder vandorista con el socialista, enemistados desde hacía tiempo. La tercera pata eran los choferes de UTA, que encabezaba el peronista Atilio López, vitales para paralizar la ciudad a partir de las 10. De paso, hay que aclarar que René Salamanca, que después sería secretario general del SMATA-Córdoba, por esa época sobrevivía trabajando por su cuenta con un torno prestado, ya que había sido expulsado de la UOM por el peronista ortodoxo Alejo Simó.

Agustín Tosco Cordobazo
Agustín Tosco al frente de una de las marchas que le dieron forma al Cordobazo.

Hasta ahí la planificación. Pero, ¿quién habrá imaginado en las vísperas lo que vino después, la derrota fulminante de la represión, la toma de la ciudad por obreros, estudiantes y vecinos, la alegría de sentirse autónomos, rebeldes, hermanos en la lucha? Y, sobre todo, que esa rebelión conmovería al país entero, iniciaría el camino hacia la caída de la dictadura y, antes, democratizaría la vida en las universidades y en las fábricas.

Más allá de las reivindicaciones inmediatas, como el famoso conflicto por el sábado inglés, fue quizás Tosco el que con mayor lucidez leyó las condiciones políticas que hicieron posible la insurrección. Así, apostó fuertemente a las bases de los sindicatos liderados por el vandorismo y al palpable malestar popular que causaba una dictadura que reprimía violentamente las demandas económicas y democráticas. Observador atento de las luchas estudiantiles, con cuyos dirigentes mantenía un diálogo permanente, consideraba la huelga de 1966 como un verdadero ensayo del Cordobazo. Aún así, y pese a lo certero de sus previsiones, Tosco confesó más de una vez su sorpresa por la magnitud y proyección política de la movilización.

Es que, a más de las fracturas en el poder que facilitaron el levantamiento, todo se inscribía en el cambio de época que dio lugar a un movimiento estudiantil masivo y rebelde, una intelectualidad que buscaba un destino trascendente y, de manera decisiva, un movimiento obrero cada vez más conciente de su potencia económica y política..

También, ese día, flotaba en las calles todo lo que nos llegaba de un mundo convulsionado por la rebeldía. Desde las luchas anticoloniales de Asia, Africa y América latina, hasta la resistencia de los jóvenes estadounidenses a la guerra de Vietnam y a las cíclicas intervenciones de su país en América latina; desde el fulgor de la gesta del Che y la Revolución Cubana hasta el arribo en los 60 de los primeros textos de Foucault y del marxismo antistalinista, con Gramsci y Rosa Luxemburgo.

En ese magma, entonces, parece vano buscar una inasible frontera que delimite cuánto de conciente y cuánto de espontáneo hubo en el Cordobazo. Tan vano como imaginar a un dirigente como Tosco al margen del movimiento intelectual y político que lo erigió como un dirigente político popular que trascendió su sindicato, su provincia y su época.



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