“El desafío del sindicalismo actual es buscar y representar a los que no están organizados”
June 3, 2025
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En poco más de cuatro meses, el Día de la Lealtad, esa jornada singular que reconfiguró la vida social y política argentina un 17 de octubre de 1945,
En poco más de cuatro meses, el Día de la Lealtad, esa jornada singular que reconfiguró la vida social y política argentina un 17 de octubre de 1945, cumplirá 80 años. Resulta difícil, por momentos, casi imposible, pensar a ese peronismo naciente sin su vínculo con los sindicatos y el movimiento obrero en general. Casi ocho décadas después, el doctor en historia Marcos Schiavi, que también fue Director Nacional Electoral, analiza ese vínculo fundacional en varias de sus obras, entre ellas, “Una alianza que transformó al país- Los sindicatos y el primer peronismo”, editado por Futurock Ediciones, la más reciente. En comunicación con Tiempo, Schiavi analiza no sólo aquella etapa, sino que comienza a desgranar la situación del sindicalismo y del movimiento obrero en la actualidad, atravesado por sujetos sociales que en aquel entonces todavía no existían, como los movimientos sociales, o, lo más preocupante, trabajadores aislados a los cuales buena parte de la clase política gobernante no supo, no quiso o no pudo arropar en políticas que les brinden mejores condiciones de vida. Generar y renovar representaciones es quizás uno de los mayores desafíos tanto para el sindicalismo, como para el peronismo.
–¿Cuál fue el eje de la relación del peronismo con los sindicatos? -Obviamente es una relación fundante. No existiría el peronismo tal cual lo conocemos sin su vínculo con los sindicatos, e incluso uno tiene que pensar que el momento originario del peronismo es el 17 de octubre. Entonces, es una movilización de trabajadores en parte organizados, en parte inorgánicos, que dieron vuelta a una situación política, que era que en ese momento Perón estaba preso. Y después lo que me parece importante de ese vínculo, es que la movilización y la organización de esos sindicatos fueron también empujando una agenda de transformación que la política, a través de Perón condujo. Pero Perón condujo fuerzas sociales que ya estaban desplegadas. Eso me parece también muy importante para considerar, que, sin fuerza social, sin organización social, no hay transformación política posible.
-¿Cómo fue evolucionando, o modificándose, esa relación con los cambios que padeció la clase trabajadora con el correr de las décadas? -Hay que poner en contexto una cosa: los sindicatos de los orígenes del peronismo son sindicatos jóvenes y para ese momento modernos. Se estaba transformando el modelo sindical, el modelo que hoy conocemos tiene su origen en esa coyuntura, incluso podría decir que, es más, tiene una agenda previa a la década del 30. Entonces en ese momento el vínculo es el vínculo con los sindicatos que se estaban formando, dirigido por trabajadores jóvenes, con una agenda a la ofensiva. Una agenda de incremento salarial, de mejorarse la condición de trabajo y de más poder de las clases. Con el correr del tiempo eso fue transformándose. El vínculo siguió siendo fuerte pero claro, va cambiando porque aparecen otros actores, los movimientos sociales, el movimiento piquetero de los 90.
–En los últimos 30 años, esos cambios se profundizaron. -A todo eso se suma que tenés una clase trabajadora hoy por hoy bastante fragmentada. Ahora, esa fragmentación no significa que no se puede construir algo diferente, algo que unifique a esa clase. Y esa unificación de la clase se logra a través de organización y también de interpelación, de representar y unificar a unos trabajadores que están fragmentados, buscar lo que los une, más que lo que los separa. Ese creo que es el desafío del sindicalismo actual: buscar y representar a los que no están organizados y no centrarse en los que los diferencia, sino en aquello que los une. Los problemas que tienen todos los trabajadores, más allá de si son formales o informales, si son obreros textiles o trabajan para Rappi.
-¿A qué trabajadores les habla el peronismo hoy? -Para empezar, les tiene que hablar a todos. Ese debería ser el norte, hablarles a todos, más allá de cuál es su vínculo contractual, a qué se dedica, qué tipo de trabajo realiza. Ahora, dicho esto, creo que ese es un desafío que tiene más la política que los sindicatos. Debería ser la política que, con procedimientos discursivos y cuando uno gobierna, mediante acciones, unifique lo que está fragmentado. No tengo dudas que los intereses de cada uno de esos sectores que hoy se ven separados, al final del camino son los mismos: trabajo, tener tiempo para su familia, tener educación de calidad y salud, tener una casa. Al final del camino un trabajador de la economía popular o un metalúrgico tiene los mismos intereses, es la política la que tiene que construir una narrativa que los contemple y dignifique.
-¿Qué tipo de agenda tendría que plantear el sindicalismo de aquí en más? -Creo que el desafío es pasar a una agenda a la ofensiva. Aunque hoy vivamos un momento defensivo, de caída del salario, de caída de puestos de trabajo, de amenazas, de intervenciones sindicales, hay que defender lo que tenemos. Pero también tenemos que armar una agenda ofensiva que interpele, que genere un horizonte, que diga: si nosotros profundizamos la lucha y profundizamos la organización, tenemos un norte mejor.
Panorama electoral
-Usted también fue Director Nacional Electoral entre 2022 y 2023. ¿Cómo analiza la implementación de la Boleta Única de Papel a nivel nacional?
-Creo que tanto los principales problemas que tenemos hoy de cara a las elecciones que quedan es que tienen un proceso de baja participación. Y eso es preocupante, porque es el pueblo no utilizando su principal herramienta democrática que es el voto. Es peligroso para la democracia y es un desafío que todas las fuerzas políticas tienen que tomarlo seriamente y trabajar para volver a llamar al votante. Segundo, hay fragmentación, que la Boleta Única, con la ausencia de PASO, profundiza. En CABA por ejemplo hubo 17 listas, y eso implica dispersión del voto, menor fortaleza de las coaliciones y, al final del camino, un debilitamiento de la política.
–¿Qué consecuencias puede tener desdoblar elecciones?
-Los desdoblamientos están en las prerrogativas de cada uno de los gobernadores. Me parece que si no se explica claramente para qué es la elección desdoblada, o sea qué es lo que se va a votar y cuál es el impacto de ese voto en la vida diaria de los votantes, se corre el riesgo de tener una participación muy baja. Y en el caso de Capital, y en el caso de la Provincia de Buenos Aires, y sobre todo del Conurbano, lo que seguramente demuestre el desdoblamiento es que la agenda tanto de CABA, como la de la Provincia de Buenos Aires son agendas nacionalizadas. Tal vez son los únicos dos distritos donde el proceso está nacionalizado. Y eso no tiene que ver con la coyuntura, sino que tiene que ver con la historia política de nuestro país, en donde el 40% de la población de la Argentina vive en el AMBA. Entonces, ese es un proceso nacionalizador inevitable.