October 13, 2025
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A 45 años del Nobel de la Paz para Pérez Esquivel, un duro golpe para la dictadura genocida

  • October 13, 2025
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La distinción que recibió hace 45 años Adolfo Pérez Esquivel, ese arquitecto, pintor, escultor y militante por los derechos humanos, significó un duro golpe político para la dictadura

A 45 años del Nobel de la Paz para Pérez Esquivel, un duro golpe para la dictadura genocida


La distinción que recibió hace 45 años Adolfo Pérez Esquivel, ese arquitecto, pintor, escultor y militante por los derechos humanos, significó un duro golpe político para la dictadura cívico militar que aplicaba desde marzo de 1976 un plan sistemático de terrorismo de Estado y represión ilegal que incluía secuestros, detenciones ilegales, desapariciones y apropiaciones de niños y niñas nacidos en cautiverio.

El 13 de octubre de 1980, el Parlamento de Noruega anunciaba su decisión de entregarle el Premio Nobel de la Paz a Pérez Esquivel (que entonces tenía 49 años) por su lucha en defensa de las víctimas del régimen castrense, que por entonces tenía una imagen internacional que se encontraba en franco deterioro, y que reaccionó ante la noticia con una mezcla de estupor e indignación.

Adolfo Pérez Esquivel
Fotografía de Adolfo Pérez Esquivel perteneciente al archivo de la Fundación Nobel.

Las razones del Nobel a Pérez Esquivel

Titular del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), Pérez Esquivel, había sido detenido en abril de 1977 por la dictadura bajo el cargo de posesión de “material subversivo”. Nunca se le siguió un proceso judicial y estuvo preso a disposición del Poder Ejecutivo.

Venía denunciando desde la entidad que encabezaba las violaciones a los derechos humanos que se cometían a diario en Argentina.

En cautiverio recibió torturas y cuando llevaba poco más de un mes detenido fue trasladado al aeródromo de San Justo y subido a un avión que sobrevoló el Río de La Plata y los represores estuvieron a punto de convertirlo en otra víctima más de los vuelos de la muerte que había denunciado ante la Organización de los Estados Americanos (OEA).

En medio del vuelo, se produjo una contraorden y la nave retornó con Pérez Esquivel a bordo. Quedó a disposición de las autoridades castrenses en la Unidad 9 de La Plata, donde permaneció durante 14 meses hasta que fue liberado el 25 de junio de 1978, cuando la selección argentina jugaba la final de la Copa del Mundo ante Holanda. No obstante, permaneció bajo libertad vigilada durante otros 14 meses más.

Reprecusiones en medio del silencio

Pérez Esquivel siguió con su militancia en el Serpaj y en la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH), que también integraba. Si bien era una personalidad poco conocida para una opinión pública sometida a una férrea censura y represión por parte del gobierno del dictador Jorge Rafael Videla, los voceros del régimen se mantenían en alerta ante las actividades que desarrolla Pérez, y su notoriedad crecía en el exterior en función de las denuncias que realizaba.

Lo concreto era que la dictadura tenía la vista puesta en Pérez Esquivel desde hacía meses. En ediciones anteriores, el Parlamento de Noruega analizó la candidatura del titular del Serpaj al Nobel de la Paz y los militares estaban al tanto.

“Amnistía Internacional está llevando a cabo una intensa campaña para que el Premio Nobel sea concedido a un argentino, Adolfo Pérez Esquivel, que se encuentra detenidos por posesión de material subversivo”, escribía en junio de 1978 –en plena euforia mundialista—la revista “Somos”, un órgano oficial del régimen genocida.

Más adelante, la publicación afirmaba que la entidad defensora de los derechos humanos propulsaba “un boicot desde exterior” hacía Argentina y que tenía “una innegable simpatía hacia el marxismo”.

No obstante, en octubre de 1980, la dictadura prefirió fingir estupor y un silencio inicial que horas más tarde romperían apelando al consabido argumento de la “campaña antiargentina” con el cual eran conjuradas las noticias sobre desapariciones, asesinatos y torturas perpetrados en el país que se difundían en Europa y en Los Estados Unidos.

Se dijo entonces que Pérez Esquivel estaba libre y vivía “en una mansión en San Isidro”. En esa línea, el diario Clarín eligió definir a Pérez Esquivel como “un católico de izquierda taciturno”, y deploraba que, en sus argumentos de justificación del galardón, el Parlamento Noruego no mencionaba el accionar de las organizaciones armadas y prefería enfocarse en los “excesos cometidos durante la guerra antisubversiva”.

A 45 años del Nobel de la Paz para Pérez Esquivel, un duro golpe para la dictadura genocida
Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, madre de Plaza de Mayo.

Foto: La garganta poderosa

La revista Gente, le realizaba, pocos días después, una entrevista a Pérez Esquivel, en la que no tuvieron contemplaciones con el galardonado. Le preguntaron si era “el promotor de las Madres de Plaza de Mayo”, lo que negó al aducir que “ellas se habían organizado solas”, lo que era de una estricta certeza.

La producción periodística incluía una nota editorial: “¿Por qué ahora, por qué a Argentina, Por qué a él”. En ese texto se denostaba la decisión de entregarle el Premio Nobel a un opositor a la dictadura.

Los cables de la embajada y “la bomba nobel”

Un día después de conocerse la decisión del Estado de Noruega, Pérez Esquivel ofreció una conferencia de prensa en la sede del Serpaj, detrás suyo podían verse gigantografías del Papa Juan Pablo II y del obispo salvadoreño Arnulfo Romero, asesinado ese año por militares de esa nación centroamericana.

“Es evidente que en Argentina no se respetan los derechos humanos: existen miles de desaparecidos, los niños nacen en las cárceles… Nuestro trabajo consiste en buscar una solución a este drama por la dignidad de la persona”, señalaba el flamante premiado, quien compartió ese logro con las Madres de Plaza de Mayo y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y la APDH.

La secretaria adjunta para los Derechos Humanos del Gobierno de los Estados Unidos, Patricia Derian, celebró la designación, pero no fue la única repercusión que se produjo desde la administración con sede en Washington.

Documentos desclasificados de la diplomacia de los Estados Unidos, que actualmente pueden consultarse en la página de la Comisión Provincial de la Memoria, dan cuenta de las repercusiones que tuvo el Nobel a Pérez Esquivel por parte de los integrantes de la dictadura y los integrantes de los organismos de los derechos humanos.

Se trata de documentos confeccionados entre el 13 y el 10 de diciembre de 1980, cuando se produjo en Oslo la ceremonia de entrega del premio al dirigente defensor de los derechos humanos.

 “Los esfuerzos argentinos por desacreditar su reputación no sorprenden. Su caso claramente socava la propaganda del GOA [Gobierno de Argentina] de que sólo terroristas violentos fueron víctimas de la ‘guerra sucia’”, afirma un tal dice R. Cohen, funcionario del departamento de Asuntos Humanitarios en un memorándum escrito una semana después que trascendiera la noticia del Nobel.

En uno de esos documentos, titulado como “la bomba Nobel” se refiere a las repercusiones que la noticia causó entre los personeros de la dictadura y el beneplácito que causó entre los organismos de derechos humanos.

En esos materiales hay memorandos referidos a la posibilidad de que el Departamento de Estado recibiera a Pérez Esquivel en Washington, con posturas en favor y en contra de una entrevista que el Secretario Cyrus Vance podría sostener con el titular del Serpaj. Un encuentro que finalmente no se concretó.

Los cables diplomáticos dan cuenta de los esfuerzos de la Embajada argentina en Oslo por boicotear la ceremonia de entrega del premio.

Ese 10 de diciembre, Pérez Esquivel recibía el premio Nobel y lo compartía “con todos los pueblos de América Latina”. En Buenos Aires, una manifestación se congregó en la Plaza de Mayo para celebrar el galardón. Hubo 27 detenidos, pero el silencio se había roto, y la verdad sobre lo que ocurría en Argentina ya no podría ocultarse por mucho tiempo más.   



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