El espejo de la lealtad
- October 18, 2025
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El 17 de octubre irrumpe el calendario político argentino descolocando a quienes desean inscribir la lucha política nacional en el universalismo derecha-izquierda. A cualquiera que intente leerlo con
El 17 de octubre irrumpe el calendario político argentino descolocando a quienes desean inscribir la lucha política nacional en el universalismo derecha-izquierda. A cualquiera que intente leerlo con
El 17 de octubre irrumpe el calendario político argentino descolocando a quienes desean inscribir la lucha política nacional en el universalismo derecha-izquierda. A cualquiera que intente leerlo con esa lógica, el 17 de Octubre, el Día de la Lealtad, lo confunde. ¿Qué otro movimiento o partido tiene su celebración principal en la idea de la Lealtad?
Vista sin nuestra tradición política es un adjetivo que evoca sumisión, obediencia, hasta una cierta quietud ideológica. Los espacios políticos en general celebran conceptos que sintetizan su ideario. Los liberales celebran la división de poderes, la república o el derecho a la propiedad; la izquierda, reivindica la lucha o la revolución. Pero nosotros, los peronistas, festejamos la Lealtad.
Aún 50 años después de que nuestro Líder pasó a la inmortalidad, nosotros seguimos festejando la Lealtad.
La política moderna se jacta de ser un espacio de debate, crítica y ruptura con el pasado, ¿por qué nosotros celebramos un concepto que pareciera llevarnos a la inmovilidad? La respuesta, en un movimiento con tanta disputa y debate interno como el nuestro, difícilmente esté en el festejo a una obediencia ciega.
Más bien, la propia naturaleza del movimiento nos exige una constante necesidad de interpelarnos. A diferencia de las fuerzas dogmáticas, que tienen sus verdades escritas y definitivas, y su miembros afiliados y empadronados, el peronismo tiene límites grises, una elasticidad conceptual y organizativa que, si bien es una de sus mayores fortalezas, trae aparejado algunas dificultades.
El 17 de Octubre no es la celebración de la respuesta, sino la exigencia periódica de la pregunta: ¿A qué le somos leales? Si no formulamos esa pregunta con rigor, este movimiento, por su propia capacidad de mimetizarse con el clima de época, tiene la trágica facilidad de transformarse en un vehículo de objetivos personales o un objeto de consumo cultural.
Nuestra lealtad no está reducida al acatamiento a un liderazgo puntual. Eso es una característica común a cualquier organización, desde un cuadro de fútbol hasta una empresa. La obediencia al líder de turno es la regla de la historia, no la excepción peronista.
Tampoco somos sólo leales a un dogma. Nuestra doctrina no fue nunca concebida como una Biblia que castigue a aquel que se aparta, ni tampoco tenemos Pastores que se encarguen de cuidar la Palabra Sagrada (aunque algunos busquen ocupar ese rol). Nuestra historia está repleta de matices teóricos, de marchas y contramarchas ideológicas. Lejos de matizar de esta forma la importancia del estudio concreto y sistemático de nuestra doctrina.
Pero sí es importante alejarnos de esos fenómenos tirapostas de twitter que utilizan la Doctrina para la división y la fama. Si bien tenemos doctrina y la defendemos, no hay una Biblia peronista que dicte la conducta inmutable de nuestro Movimiento.
Nuestra Lealtad es un conjunto de irreverencias fundacionales, una ética que nos obliga a mirar siempre hacia y desde el mismo lugar, sin importar la moda o el acento que se use para hablar en la coyuntura.
Somos leales a la irreverencia política de Evita. A esa irrupción plebeya que rompió el tablero donde sólo jugaban los abogados, los curas y los militares. Ella se metió en el espacio de la dirigencia para encarnar, sin mediaciones, a los que no estaban representados.
Somos leales a esa rebeldía que parió el 17 de octubre. A la obstinación de ser protagonistas de la historia. A empecinarse en imaginar otro destino para nuestro país que no sea el de dependencia y desigualdad que unos pocos poderosos escribieron para nosotros.
Somos leales al pensamiento estratégico de Perón. A esa capacidad de tomar decisiones mirando el mundo sin quedarse en la chatura coyuntural de la dirigencia de su época. A mirar más allá de la próxima elección, a pensar la Patria como un proyecto de poder soberano. A la reflexión autocrítica de las premisas sobre las que estamos parados.
Somos leales con el último de la fila, con el más humilde. Una fidelidad de mirada y de objetivo. Miramos la realidad desde esa periferia social, no con el objetivo de estabilizar esa situación sino de modificarla, con la convicción de que no hay Comunidad que se realice con personas que no se realicen. Ninguna de nuestras iniciativas pueden prescindir del bienestar de todos. No hay Argentina sin Argentinos. No hay proyecto de país sin proyecto de vida. Nuestra práctica está contrastada todos los días con la realidad efectiva que vive nuestro Pueblo. Nuestra lealtad es constantemente pensar formas nuevas de mejorar el proyecto de vida de cada argentino.
Somos leales a la Argentina. Así como suena, aunque nos quieran convencer de que es una idea vieja. Somos leales a defender los intereses nacionales, por encima de modismos, alineamientos ideológicos, oportunidades personales. Somos defensores de Argentina aún contra los supuestos demoliberales o de la religión macroeconómica de la OMC y el FMI.
Defendemos nuestro País. Lo defendemos de todos los que nos quieren dominar. Lo defendemos integrándonos al concierto internacional de naciones desde nuestra propia especificidad. Sigue vigente nuestra consigna, aunque deberíamos aggiornarla. Ni yanquis ni Chinos, Argentinos.
Somos leales a nuestra historia. A las cosas que hemos hecho, con aciertos y con errores. No nos achicamos con el ataque mediático o con las modas de redes sociales. Seguimos siendo peronistas aunque nos quieran vender que tiene fecha de vencimiento.
Somos leales a la Organización. Nos resistimos a la pulsión individualista del mundo que vivimos. Creemos que el individuo se realiza siempre mejor en comunidad y organizado. Aún cuando sea difícil, aún cuando aparezcan algunos proyectos individualistas que parezcan funcionar. Las organizaciones y las orgánicas son como el amor. Claro que hay de esas relaciones que te achican, te vigilan, te impiden moverte, te toxiquean si hablas con tal o cual.
Pero también hay de esos amores que te engrandecen, te desafían a pensar más allá, te habilitan a conocer otros mundos, te entusiasman para levantarte todos los días. Somos leales a esa organización y a esas orgánicas. Seguimos siendo leales a la construcción colectiva, no nos dejamos aturdir por el griterío sordo y efímero de twitter.
El 17 de Octubre es, en última instancia, un espejo. Un espejo donde nos miramos para un ejercicio autocrítico, transformado en festejo. Es una convocatoria a preguntarnos si estamos siendo fieles a esas irreverencias fundacionales. Si la lealtad fuera solo la obediencia, este día no sería necesario. Pero la Lealtad es el ancla ética del Peronismo, que nos obliga a volver siempre al mismo puerto: el compromiso irrenunciable con la felicidad de nuestro Pueblo, la Soberanía de nuestra Patria y la grandeza de nuestra Nación.
La lealtad para los peronistas no es la respuesta; es la pregunta fundamental que nos exige
reflexionar siempre para ser mejores en el servicio a nuestro Pueblo.