May 17, 2025
Deportes

Lautaro, el emblema sereno

  • May 15, 2025
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Lautaro Martínez vivió con angustia los días previos al partido de vuelta contra el Barcelona. Hasta lloró en algunos momentos. Había tenido que dejar la cancha durante el

Lautaro, el emblema sereno


Lautaro Martínez vivió con angustia los días previos al partido de vuelta contra el Barcelona. Hasta lloró en algunos momentos. Había tenido que dejar la cancha durante el entretiempo en Montjuic por una molestia que iba a arrastrar, como se intuía ya en ese momento, hasta el encuentro en Milán. Se trataba de una serie de semifinales de Champions destinada a ser inolvidable. Fue 3-3 en la ida, una lucha de fútbol, estilos y goles. Lautaro Martínez, capitán del equipo, su goleador, se esforzó por estar con sus compañeros. El día del partido se vendó fuerte el muslo izquierdo y le dijo a su entrenador, Simone Inzaghi, que estaba para jugar. “Apreto los dientes”, le escribió a su mujer, Agustina Gandolfo, por WhatsApp. “Hasta donde dure”, le dijo. Lautaro hizo el primer gol y se encargó de provocar el penal para el segundo en lo que iba a ser otro partido para la memoria contra el Barcelona.

Fue como ver el sol antes de un tsunami, en realidad. Porque después el Barcelona no sólo lo empató sino que se puso arriba. Pero el Inter lo terminó ganando 4-3 en la prórroga. Jugará la final en Munich contra el PSG. La segunda en las últimas tres temporadas. La anterior, en Estambul en 2023, le tocó jugarla con el Manchester City de Pep Guardiola, un equipo de época. Se topó con el gol de Rodri. En esta edición no era el equipo más atractivo. Pero en el camino quedó el mejor de la primera fase, Liverpool, al Real Madrid se lo llevó puesto el Arsenal, que después mordió el pasto frente el PSG. Y el propio Inter se cargó al Bayern Munich y al Barcelona. 

No es la primera vez que un futbolista esfuerza su cuerpo para estar en un partido. Es, al contrario, bastante habitual en jugadores. Lautaro contó en una entrevista posterior al triunfo que su mamá, Karina, no quería que jugara porque sufre cuando no está bien. Y es lógico, no sólo debería ser una precaución de madre, también son las advertencias que hay que poner sobre los cuerpos, que con el tiempo pagan esos esfuerzos. Pero en el caso de Lautaro está bien subrayarlo porque siempre se lo mira con lupa en partidos importantes. Que sus acciones en esta serie queden en las hemerotecas.   

Lautaro es un capitán a la medida del Inter que diseñó Inzaghi, una roca dura. Daña cuando golpea y es difícil de romperla. El Inter es un equipo sin miedo. Lautaro también es un jugador sin miedos. Ver sus números no alcanzan tampoco a dimensionarlo. En esta Champions convirtió en todas las fases, hizo nueve goles en trece partidos. Es el máximo anotador extranjero del Inter en la historia del torneo europeo. Pero Lautaro no es un centrodelantero finalizador más, es un engranaje vital del fútbol del Inter cuando retrocede a armar, a hacer uso de la camiseta 10, y cuando se conecta con su compañero de ataque, que en general es Marcus Thuram, que ya lleva catorce goles en la Serie A, dos más que Lautaro, pero también puede ser el austríaco Marko Arnautovic, su compatriota Joaquín Correa y, aunque en menor medida, el iraní Mehdi Tarmi.  

Lautaro, el emblema sereno

Se lee en redes sociales que Lautaro es un futbolista infravalorado, quizá subestimado, y que acaso tenga que ver con la percepción que se tiene del fútbol italiano. Como si para ser la elite definitiva hubiera que jugar sólo en la Premier. Llego a leer, incluso, que el asunto es no tener buenas prestaciones con la selección argentina. Es el goleador bajo la gestión Lionel Scaloni sólo por debajo de Lionel Messi. No tuvo un buen Mundial en Qatar, interferido por las molestias en un tobillo, pero fue el autor del gol en la final de la última Copa América contra Colombia. Con Julián Álvarez, como ocurre con otros compañeros de ataque, no compite, se complementa. Y está siempre en ascenso. Desde que debutó con un gol a los 15 años en Liniers de Bahía Blanca contra Puerto Comercial o cuando entró, con 17, para reemplazar a Diego Milito con la camiseta de Racing, un movimiento que también podría leerse como la continuidad de un legado.  

“Un ejemplo de profesionalidad, de devoción a la camiseta, de seriedad (¿alguna vez le oyeron, por ejemplo, minar la serenidad del ambiente para tener un nuevo y más rico contrato?). Pensar que puede ganar el Balón de Oro ahora se convierte en realidad. Lautaro es el emblema”, escribe Fabio Licari en La Gazzeta Dello Sport. El mes pasado, recibió un reconocimiento de la prensa extranjera en Italia por su 2024, máximo goleador en la Seria A. 

Lautaro, el goleador sereno, el delantero obsesivo al que le dicen Toro no por su fuerza de ataque sino por un festejo que acostumbraba a hacer junto a Gustavo Bou, se anota en la tradición argentina con el Inter. El capitán que levantó la Champions en 2010, Javier Zanetti, lo mira como vicepresidente desde la platea. El 22 de mayo se van a cumplir quince años de esa final contra Bayern Munich, victoria 2-0, con dos goles de Milito. “Desde que Diego Milito no fue insertado entre los finalistas en 2010, para mí el Balón de Oro ha perdido credibilidad”, le dijo otro argentino de ese Inter, Esteban Cambiasso, a la revista El Gráfico. Lautaro va en ese camino. También a intentar remediar esa historia.



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