July 4, 2025
Deportes

“No podemos permitir que el deporte se convierta en un negocio elitista”

  • June 3, 2025
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El martes por la tarde, el Salón Dorado de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires se transformó en escenario de un homenaje profundamente emotivo. Allí, en

“No podemos permitir que el deporte se convierta en un negocio elitista”


El martes por la tarde, el Salón Dorado de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires se transformó en escenario de un homenaje profundamente emotivo. Allí, en Perú 160, se reconoció oficialmente a Fernando Signorini como Personalidad Destacada en el ámbito del deporte. Pero lo que se celebró no fue solo una trayectoria profesional ligada al fútbol de alto rendimiento, sino una forma íntegra de vivir el deporte desde adentro, con pensamiento crítico, sensibilidad y una ética que nunca se negoció.

La distinción fue impulsada por los legisladores Berenice Ibáñez y Juan Pablo O’Dezaille, quienes coincidieron en señalar que Signorini representa mucho más que un preparador físico: es una figura que supo moverse entre cracks sin rendirse a los egos, que mantuvo siempre la palabra justa y que defendió al fútbol como una herramienta de transformación cultural y social. “Signorini representa otra manera de vivir el deporte: una que no transa con el exitismo, una que humaniza el juego”, expresó Ibáñez. Por su parte, O’Dezaille lo definió como “una de esas personas imprescindibles, no solo por lo que sabe, sino por lo que encarna en un mundo que muchas veces castiga la coherencia”.

Hablar de Signorini es también hablar de la historia del fútbol, así, sin adjetivos que la recorten geográficamente. Porque su influencia no se limitó a la Argentina: su presencia marcó una forma de entender el juego en todas partes donde trabajó. Su compromiso, su mirada ética y su manera de poner siempre a la persona por delante del rendimiento físico lo convirtieron en una referencia internacional.

«Diego está conmigo siempre»

Dentro de ese recorrido, su vínculo con Diego Armando Maradona fue uno de los ejes más destacados del homenaje. Lo conoció a mediados de los años ‘80 en Europa, y desde entonces compartieron momentos que marcaron para siempre al fútbol. Su relación no fue la de un técnico y un jugador, sino la de dos hombres que se eligieron con lealtad. Estuvo a su lado en el Napoli, lo preparó con esfuerzo y sensibilidad para el Mundial de Italia ‘90, y fue pieza clave en el exigente regreso físico de Diego para el Mundial de Estados Unidos ‘94. Años más tarde, en 2010, Signorini volvería a acompañarlo en Sudáfrica, cuando Maradona fue director técnico de la Selección Argentina.

“No podemos permitir que el deporte se convierta en un negocio elitista”
Fernando Signorini no solo entrenaba cuerpos, sino también conciencias.

Foto: @juanpabloodezaille

Durante la ceremonia no faltaron las anécdotas ni los abrazos. Estuvieron presentes amigos, colegas, deportistas y representantes de clubes barriales. Quienes remarcaron su capacidad para entrenar no solo cuerpos, sino también conciencias. Porque en su historia no hay gritos vacíos ni frases hechas: hay una coherencia que se mantiene firme desde hace décadas. El reconocimiento no fue una devolución de favores, sino un acto de justicia y memoria para un hombre que eligió siempre el camino más difícil, ese en el que no se negocian las convicciones.

Uno de los momentos más emotivos de la tarde llegó cuando se proyectó un video sorpresa con el saludo de Jorge Valdano, campeón del mundo en 1986, quien desde España envió unas palabras cálidas y sinceras. Felicitó a Fernando por el reconocimiento recibido, pero hizo especial hincapié en algo que varios compartieron durante la jornada: lo más valioso de Signorini no es solo su trabajo, sino su calidad humana, su integridad, su forma de estar con los demás. “Te felicito por tu trayectoria, pero sobre todo, por la persona que sos”, dijo Valdano, y el aplauso fue inmediato.

Cuando le tocó hablar, Fernando no esquivó el momento. Su discurso fue claro, directo, sin adornos. Hizo un llamado a recuperar el sentido original del fútbol como lugar de encuentro y oportunidad, especialmente para los sectores populares. “No podemos permitir que el deporte se convierta en un negocio elitista”, dijo con firmeza, recordando que miles de chicos y chicas sueñan con la pelota desde territorios donde todo cuesta más, y que el sistema actual les está cerrando las puertas. Frente a ese escenario, insistió en la necesidad de defender los clubes de barrio, los espacios de juego, los entrenadores que no se olvidan de mirar a los ojos.

En diálogo exclusivo con Tiempo Argentino, Signorini compartió sus sensaciones sobre el homenaje y dejó, como siempre, una reflexión profunda. Valoró el reconocimiento como un gesto que trasciende lo personal, porque pone en primer plano ciertas convicciones que hoy parecen fuera de moda. Y cuando surgió inevitablemente el recuerdo de Diego, fue claro: “Más que recordar a Maradona, lo siento presente. Yo no lo puedo recordar porque él está conmigo siempre”. En esa afirmación íntima y poderosa, dijo más de lo que cabía en una frase: dijo todo.

Homenaje de la Legislatura a Fernando Signorini: “No podemos permitir que el deporte se convierta en un negocio elitista”
La ceremonia cerró con una lectura de Signorini.

Foto: @juanpabloodezaille

A medida que avanzaba la noche, el clima de gratitud y respeto se profundizaba. En los últimos tramos del evento, Fernando recibió un regalo simbólico que selló el afecto de todos los presentes: una pintura realizada especialmente para él, un gesto que condensó no solo admiración, sino también cariño. Ese cuadro, entregado entre abrazos, pareció decir lo que tantas palabras no alcanzan a expresar: gracias por tanto.

La ceremonia cerró con la lectura formal de la declaración que lo consagra como Personalidad Destacada. Sin embargo, lo más potente fue lo que no se escribió en ningún papel: ese aplauso colectivo, profundo, que celebró una forma de estar en el mundo. Porque el homenaje a Signorini no fue sólo por su carrera, sino por su ejemplo. Acompañó a Maradona sin rendirse al mito, defendió al fútbol sin venderlo, formó atletas sin olvidar jamás que el alma también se entrena.

En tiempos donde el éxito se mide en cifras, contratos y titulares, este acto fue también un gesto de resistencia. Una afirmación ética, una declaración de principios. Un recordatorio, acaso, de que el triunfo verdadero no se mide en copas, sino en huellas. Y la de Fernando Signorini, sin dudas, es una que perdurará.



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