July 6, 2025
Entretenimiento

El humor es nuestra única forma para sobrevivir en este mundo

  • July 5, 2025
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Un secreto oscuro del pasado quiebra el vínculo entre dos amigas y las obliga a reencontrarse. Ese es el disparador de la ficción con la que Malena Pichot


Un secreto oscuro del pasado quiebra el vínculo entre dos amigas y las obliga a reencontrarse. Ese es el disparador de la ficción con la que Malena Pichot y Pilar Gamboa debutan juntas como dúo protagónico en la pantalla. Además, en una época donde las narrativas globales, impulsadas por las plataformas, dominan los catálogos, la serie Viudas negras, putas y chorras combina con destreza los estilos y recursos propios de sus creadoras. Ese cruce funciona como un dispositivo que sostiene y potencia los estereotipos y códigos argentinos con eficacia. La serie se estrena los viernes por TNT y ya está disponible completa en Max y Flow.

Con ocho episodios, la tira sigue el camino que Pichot ha recorrido desde sus primeros videos de La loca de mierda en 2008. Gracias a esa experiencia, puede tomar decisiones creativas y moldear sus ideas de forma integral. En esta ocasión, el humor negro, la ironía y la observación —con una pizca de absurdo y alejada de la solemnidad— envuelven desde el inicio la historia de Mica (Pichot) y Maru (Gamboa).

Aunque en su juventud eran inseparables y aliadas en el oficio que da título a la serie, el presente las encuentra distanciadas por un abismo de rencores y realidades diferentes. Mica es dueña de una peluquería en Flores, donde las vecinas se reúnen entre manicurías y chismes. Maru, en cambio, dirige una ONG dedicada a “esas personas que viven afuera, pero que también son personas”, según explica su antecesora en el cargo y vecina del barrio privado donde reside.

La trama va revelando poco a poco las razones detrás de la ruptura entre las amigas. Pero una amenaza que creían olvidada da vuelta el estado de las cosas. La aparición inesperada de Paola (Fernanda Callejón), una vieja conocida, las obliga a volver al rubro para saldar una deuda pendiente. Desde ese punto se desencadena una mezcla de escenas cotidianas con momentos descollantes, desesperantes y hasta entrañables, basados en el talento —¿perdido?— de la dupla para manejar la secuencia seducción-droga-robo una vez más.

“Siempre me llamó la atención esta modalidad de crimen de mujeres, es muy cinematográfico, pero, sobre todo, el hecho de que los tipos siguen cayendo. Pasan los años y siguen cayendo, aparecen dos minones que se quieren meter en las casas y los tipos dicen ‘claro, nada que sospechar’”, relata Pichot en diálogo con Tiempo. Sobre el concepto, que imaginó hace casi una década y luego escribió con su cómplice creativo Julián Lucero y Ariana Saiegh, agrega: “También creo que las viudas negras son algo muy de acá. La situación de que te drogan y te duermen tiene un nombre propio. Pasa en todo el mundo, pero aquí tiene una forma autóctona, y me parecía interesante contarlo”.

Si bien el término “viuda negra” existe en la bibliografía criminalística internacional para referirse a asesinas seriales cuyas víctimas son personas de su círculo íntimo, en Argentina se aplica más específicamente a estafadoras que usan un modus operandi que mezcla sexo, drogas y delincuencia. Estos casos, tan convenientes para las agendas policiales y arraigados en la cultura popular, resultan a veces una provocación y otras una fuente de indignación.

En la serie, lo identitario de ese componente se mezcla con una exageración —a veces sarcástica, pero siempre justa— de motivos comunes que incluyen modismos y arquetipos de las clases populares y acomodadas, así como escenarios porteños y sus alrededores. Frente a producciones recientes como Terapia alternativa o Envidiosa, que diluyen sus marcas propias en lenguaje, decorados y vestuario, casos como El encargado y El Eternauta reflejan localismos que generan mayor cercanía con el público. En ese sentido, Viudas negras, putas y chorras se inscribe en esta tendencia.

Pichot comenta al respecto: “Por suerte nunca quisimos que fuera algo para todo el mundo. Queríamos una historia real, argentina y con todos los clichés”. Recuerda que “antes las plataformas eran más cerradas con ese tema”. Y agrega: “Lo que me gusta cuando veo una serie extranjera es, justamente, ver ese otro lugar. Creo que cada cultura debe mostrar lo suyo y no buscar que al final todos seamos iguales”.

Gamboa también valora ese enfoque, que fue uno de los motivos para sumarse al elenco, que incluye además a Monna Antonópulos, Marina Bellati, Paula Grinszpan, Alan Sabbagh, Minerva Casero, Georgina Barbarossa, Jerónimo Bosia y el propio Lucero, entre otros.

“Me atrapó que la idea fuera de Malena, junto a Julián y Ariana. Miré mucho de lo que hicieron, son gente de mi generación que viene haciendo cosas desde chicos. Me siento identificada con lo que se ríen, cómo piensan, las películas que ven. Todo. Es una historia de amor que tenía que tener este final”, cuenta Gamboa. Además, destaca que su papel le pareció “impresionante”: “No siempre te pasa que el guion te guste, que lo que tengas que actuar esté a la altura y que sea un desafío, un riesgo”.

Reconocida por su trabajo con los colectivos teatrales Compañía El Silencio y Piel de Lava —con el que en 2018 concibió la aclamada Petróleo— y por sus personajes en División Palermo y Envidiosa, la actriz y dramaturga lleva un rol que encaja con su humor, orgánico y emocional. Su contraparte, Pichot, despliega intensidad y desenfado, que mostró en Cualca y Mundillo, y que se escucha de lunes a viernes en Furia Bebé por Futuröck.

La unión de sus enfoques genera matices y química lúdica, que revelan la dinámica entre ambas, hoy referentes del audiovisual tras casi 20 años de carrera en los que el humor ocupó un espacio preponderante. “Yo no sé hacer otra cosa, no me sale. El humor es nuestra única forma para sobrevivir en este mundo. Incluso cuando escribo algo dramático, termino riéndome. No me sale de otra manera”, dice Pichot, antes de señalar a su compañera que ella sí hace “cosas serias”. “Sí, pero siempre no puedo —le respondió Gamboa—. En la vida no puedo zafar del humor, por suerte. Tampoco de quien no lo tiene, no lo soporto, es como vivir en otra galaxia”. Y agrega: “Es mi forma de ver el mundo, atraviesa todo lo que hago. Puedo hacer algo dramático, pero por dentro busco siempre una salida humorística. Es como un anteojo”.

Aunque Pichot siempre tomó posiciones claras en política y feminismos, que la serie sea una comedia negra protagonizada por dos mujeres no significa que busque dejar un mensaje en la industria. O, mejor dicho, será tema de las audiencias.

Por eso, concluye: “Estoy muy contenta de haber desarrollado una serie, que es algo muy especial y privilegiado en este país. No espero que marque nada ni cumpla mayores funciones que cualquier serie, que es entretener, distraer o hacer pensar, no desde lo profundo, sino desde el simple hecho de que cualquier relato audiovisual hace reflexionar sobre algo. A veces ver una historia te hace reflexionar sobre tu vida. Pero espero, simplemente, que la gente se divierta. «

Viudas negras, putas y chorras

Dirección: Nano Garay Santaló y Constanza Novick. Guión: Malena Pichot, Julián Lucero y Ariana Saiegh. Elenco: Malena Pichot, Pilar Gamboa, Fernanda Callejón, Monna Antonópulos, Marina Bellati, Minerva Casero. Disponible en TNT, Flow y Max.

La ficción en pleno cambio de paradigma

El estreno de Viudas negras, putas y chorras agregará un título más a la nómina de títulos argentinos cuyas ventanas de exhibición son los canales pagos, los servicios de contenidos a demanda o ambos.

En este contexto, el desfinanciamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) por parte del gobierno de Javier Milei no hace más que profundizar un camino que la TV de aire, frente a los altos costos de realización y el avance del streaming, ya abandonó progresivamente desde al menos una década.

Pilar Gamboa y Malena Pichot lo experimentan con razonable ambivalencia: lamentan la falta de diversidad en la oferta, pero no niegan los beneficios del fenómeno. «Estoy agradecida, porque me pude colar y tengo trabajo. Estoy asistiendo como espectadora y poniéndole el cuerpo a este cambio de paradigma. Con todas las imposibilidades que nos aquejan en esta crisis fatal, es bueno encontrar el hueco», opina Gamboa, que también sostiene que aunque preferiría que «haya más diálogo, por lo pronto existe esto, y las plataformas empezaron a mirar a artistas más independientes».

Por su parte, Pichot asegura que le «da pena que la vieja manera no esté, porque podría estar de otra manera a cómo la conocíamos, pero hay números que no cierran». «Sí siento que la ficción argentina es muy poca, que la que hay está buenísima, es de calidad y demuestra que los argentinos podemos hacer cosas. Pero somos pocos los privilegiados, por eso oportunidades como esta son un milagro», destaca.



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