sentires de la caravana para bancar a Cristina
- October 17, 2025
- 0
Es 17 de octubre y todos los caminos conducen a San José. La lealtad se hace carne en el barrio de Constitución para bancar a Cristina. También el
Es 17 de octubre y todos los caminos conducen a San José. La lealtad se hace carne en el barrio de Constitución para bancar a Cristina. También el
Es 17 de octubre y todos los caminos conducen a San José. La lealtad se hace carne en el barrio de Constitución para bancar a Cristina. También el calor nacional y popular en esta tarde de cielo gris libertario. Hay batalla de los bombos en el cruce de San José y Carlos Calvo. Los dedos van al cielo y dibujan la “V”. Hasta la victoria siempre.
Los muchachos y muchachas se amuchan, cantan, saltan frente a la nueva meca peronista. El fiel pueblo no olvida a pasitos de la casa de La Jefa. José Bartolomé se arrimó desde los pagos de Zárate. El grandote es obrero de la castigada industria del papel. Peronista desde la cuna, reflexiona: “Hoy es San Perón, en casa siempre hubo una foto del General, nuestro líder. Ahora estamos bancando a Cristina, la última gran líder, la que canta la posta del saqueo que vivimos”.
Para José, CFK lee el futuro: “Ella ya anticipó todo. No venían por ella, venían por nosotros. Y así estamos, todos sin un mango, con la soga al cuello, están destruyendo el país. ¿Qué sabrá Milei de la patria? Nada”. Le pregunto al joven qué significa la lealtad, piensa un ratito y no duda: “Estar todos unidos con los compañeros, en las buenas y en las malas. Nosotros siempre estamos corriendo la coneja, los obreros arrancamos dos pisos abajo, por eso luchamos, por eso vinimos esta tarde”.
“Cristina o Bessent”, reza el cartel tatuado a mano que se agita sobre las cabezas. Hombres, mujeres, abuelos, niños, el pueblo mira con esperanza las alturas, al balcón de Cristina. La imagen es un fresco de Berni.
A Rosario la moviliza la pasión por defender una idea. Es paciente oncológica y pelea por la salud pública: “Me destruye lo que hace el gobierno con los hospitales, con los médicos, con la gente que está luchando por su vida. Yo no me quiero morir, no quiero que gane este gobierno votado por el odio. Por eso vine, no sólo para bancar a Cristina, sino para defender valores e ideas. Primero la patria, después el movimiento y las personas”.
“Traigan al gorila de Milei para que vea…” Las gargantas poderosas se hacen escuchar fuerte. Pelean y pelean en un grito de corazón. Lucía es una jubilada de la mínima. Juntó moneditas para cargar la SUBE: “No podía faltar, acá se defender la patria, nuestro país, el amor a Cristina”. Qué le van a habalr de amores a doña Lucía: “Ella nos dio su corazón, tira para los humildes, los abuelos, los de abajo. Todo lo contrario a este gobierno criminal de derecha”.
Antes de que caiga el telón de la noche, el barrio parece un mural justicialista animado por Daniel Santoro. En los puestos hay gorros con la cara de Cristina, banderas con la cara de Cristina, remeras con la cara de Cristina. Lleve nomás, precios cuidados, compañeres. Los choris salen como pan caliente. “Hasta la economía reactiva Cristina”, confiesa un atareado vendedor.
Nacida y criada en La Matanza es Margarita. La mueven los días felices peronistas y las jornadas desdichadas del mileísmo: “Hay que poner el cuerpo, para recuperar los derechos perdidos. Está muy mal la cosa, la jubilación alcanza hasta mitad de mes. Mientras tanto, Milei vive de fiesta en Estados Unidos. El pueblo lo va a castigar en las urnas”.
“Avanti Morocha”, dice la remera de Mariana, primera generación de estudiante universitaria del Conurbano. “Estamos acá devolviendo tanto amor, tantos derechos. El pueblo no olvida. No le perdonan a Cristina que sea líder, que sea mujer, que sea tan querida, que baile en el balcón y les dé batalla”. Cuando ella baila, ellos tiemblan.
Antes de las 18, desde los parlantes suena la voz de Cristina, la más maravillosa música para el pueblo. Doña Teresa cierra los ojos y escucha con parsimonia. “Estoy con parte médico, si se entera mi médico que estoy acá, me mata, pero no podía faltar, menos en el día de la lealtad”. Teresita me cuenta que se rompió el lomo 40 años limpiando casas ajenas sin derechos y con demasiadas penurias. Mira a Cristina que saluda desde las alturas y se despide: “Ella nos dio la paritaria, el derecho a estar en blanco, a una jubilación, el derecho a ser felices. Por eso soy leal, por eso somos leales. De corazón”.